MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 15 de mayo de 2013

LA TAPETUSA.

Homenaje a un caudillo.

“Quien se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas” (Cayo Cornelio Tácito).

El hombre es un buscador empedernido de romper las leyes; genéticamente nos viene seguramente desde el Edén, primer hogar de la creación, cuando Caín, le dio de baja a su hermano. De ahí para acá, pare de contar lo que se ha hecho, que no es cualquier bobada.
En el amable terruño, no podían faltar quienes defraudaban el Erario Público, al crear en la cima de la cordillera alambiques para destilar un licor, que hiciera contrapeso al que el gobierno entregaba al consumidor pagando impuesto. La tapetusa (valla ha saber de dónde viene el nombre), tenía (dicho por los consumidores), mejor sabor que el de las Rentas Departamentales ha, y algo más, mil veces más barato. El embriagador producto es extraído de la caña de azúcar o de fique, que se reconocía porque en el embase se veían pequeñas partículas bailando por la falta de un buen colado; otras en cambio, eran puras como el original, lo que aprovechaban algunos cantineros inescrupulosos la vendieran al mismo precio del auténtico.
El sabor y olor eran agradables, se captaba sabor anís y ese aroma se adentraba por la nariz antes de ser engullido de un solo sorbo. No necesitaba pasante; la borrachera sí era espectacular. Al día siguiente, el guayabo como se dice por éstos andurriales o resaca en otras latitudes o “flor de pedo” en Argentina, no era tan fuertes. Entraban las cabalgaduras que bajaban de la vereda de Quebrada Arriba, con carga de comestibles en la que el contrabandista camuflaba las botellas de tapetusa, evitando ser sorprendido por los hombres del resguardo, que a la entrada del pueblo, se encontraban expectantes. Muchas ocasiones eran sorprendidos e iban a parar a -
Cecilia y sus nietos 2013

La guandoca de donde después de pagar la multa, cogían loma arriba a regresar a las andanzas. Era un círculo vicioso en el que el gobierno y el traficante, se hacían a dinero.
Don Guillermo Llanos, famoso técnico de radiodifusión, en su finca, encontró la manera de hacerla más agradable, ofrecía a sus visitantes tapetusa combinada con hojas de breva, que dejaba fermentar por un tiempo, colaba y quedaba como un licor importado, que descrestó a los contertulios ocasionales, que saboreaban sin saber que aquello bajaba de la montaña y se llamaba tapetusa.   

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