Casa de Juancho Arenas.
“El cuadro está
completo cuando se acaba la idea.” (Georges Brague)
La mujer en tiempos
idos, permanecía refugiada en el hogar. Era una luchadora incansable dentro del
ámbito familiar. Por eso, era raro, verla en actividades cívicas y mucho más,
en el desarrollo político en el cerrado círculo de un pueblo. En Copacabana,
por los años de 1948 o antes, se hicieron presentes tres distinguidas damas,
que sintieron el llamado de la necesidad de luchar arduamente, por el bienestar
de sus paisanos y el mejoramiento del lugar terrígeno. Se sentían con la
capacidad de levantar sus hijos, por el camino de la honorabilidad y luchar por
sus ideas. Como buenas matronas antioqueñas, cada año, llegaba un niño que era
recibido con amor y no era obstáculo para desempeñarse en las actividades
caseras o por fuera.
Es inexplicable la
fortaleza de que estaban engalanadas. Acudían a las reuniones del concejo,
llevaban con decoro el hogar, no faltaban a ninguna actividad cívica y les
quedaba tiempo, para colaborar con la parroquia en el engalanar el templo en
las actividades religiosas.
Concepción Acosta de
Rivera (Doña Conchita), Juanita Jiménez de Mejía, Doña Inés Roldán de Tobón,
son esas tres damas que quedaron flotando en la gratitud de todo un pueblo. Sacaron
de sus corazones, el empuje para que, la provincia saliera adelante a pesar de
los tropiezos que encontraron en la mente de quienes no podía aceptar, que la
mujer se metiera en los caminos de la política. ¡Eso, era para machos! Canchas
de fútbol, pavimentación de vías, escuelas y muchas más acciones en beneficio
de los necesitados, fueron algunas de las obras llevadas a cabo por el empuje
de las radiantes matronas, fuera de haber procreado una buena cantidad de
hijos, que han dado lustre al pueblo. Es el caso de doña Inés, que entregó 4
hijos al sacerdocio; era una dama estricta, elegante y caritativa. Doña
Conchita, estaba llena de iniciativas en un cuerpo pequeño; pulcra en el vestir
en donde no podía faltar el pañolón negro y aquella hermosa moña que le daba
señorío y respeto.
Casas Antiguas.
Doña Juanita, era de
avanzada. Vestía con lujo, llena de simpatía; le gustaba la música y de vez en
cuando, se echaba sus bailaditas saboreando uno que otro aguardientico, pero
eso sí, estricta en todo lo que le tocara desempeñar, de eso pudieron dar
razón, la innumerable prole que don Rafael y ella procrearon en la casa de
habitación en el sector del Mojón.
Bellos ejemplares
femeninos, que nunca olvidaron la obligación familiar y cumplieron con el
progreso de su pueblo. Loa desde el corazón para tan hermosas damas.
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