MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 19 de febrero de 2014

ENCANTO DESAPARECIDO

Arte callejero
La tierra en épocas anteriores, era apta para brindar alimento al género humano, sin que hubiera que ayudarle con químicos de ninguna naturaleza. El abono lo daban las vacas con el estiércol, materia orgánica en descomposición de la maleza, ramas de árbol cortadas en las podas, excremento de caballos, marranos y cualquier animal casero que rondara por el lugar. Todo era natural, pero como se nos fue la mano en encargar muchachitos, esto, se repobló y se vino la debacle. La “Pacha Mama” se sintió fatigada, empezó a dar quejidos desde lo más adentro, mostrando el dolor de ver que no podía cumplir con su deber.
Fueron apareciendo los negociantes, que aprovechan el mínimo error y vieron que el hambre, era la mejor fuente para ensanchar las arcas. Químicos. Fungicidas. Pesticidas. El veneno en todas sus manifestaciones ronda por los campos llenos de etiquetas publicitarias, que prometen la salvación de los arados, sin explicar que lleva el envejecimiento prematuro, abortos, envenenamiento lento, pero seguro del campesino productor, quien se lo envía en atrayentes empaques al consumidor final. El ‘asesinato’ masivo tiene el aval de los gobiernos del mundo, que manifiestan defender la salubridad de su pueblo. La tierra, se sigue quejando. 

Una llamada perdida.
Ahora, porque ella, también está muriendo lentamente infectada por culpa de la voracidad del hombre.
El sabor de los productos comestible de antaño era engolosinador a las glándulas de gustativas. Un ejemplo, era el sancocho de gallina. En la olla, bailaba ‘ojos’ de grasa; el olor se esparcía por el contorno a varias cuadras de distancia, haciendo que los transeúntes sintieran hambre y envidia del comedor en que se asentaría aquel plato humeante. El animal había sido cuidado con sobras del hogar y con el tiempo equitativo de desarrollo.
Siempre para el padre del cobijo, era la pechuga…
“Las cosas sólo tienen el valor que les damos.” (Moliere)


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