La tristeza del abandono
Mis amigos hipertensos
Desde el Homo Sapiens,
que era una especie de primate de la familia de los Homínidos, la fortaleza de
los grupos se debe a la unión de personas emparentadas entre sí, que hacen de
ese núcleo, una fortificación contra el bien y el mal. El dolor es de todos y
las alegrías las reparten equitativamente. “conjunto de personas que tienen
alguna condición, opinión o tendencia común”, como lo manifiesta el
diccionario, es la manera sublime en que un conglomerado se enfrenta contra las
adversidades y sale avante. Sin esa férrea coalición, el destino tiende al
fracaso y el caos.
Nuestra cultura en el
pasado, hacía gala de ese fortín hogareño, con una cabeza pensante y de
abolengo, que derramaba ejemplos de honestidad y respeto sobre la descendencia,
antes de conocer la riqueza u otras minucias de la ambición humana. La
urbanidad, era entronizada en las mentes de cada vástago naciente a la par del
seno materno, para que la huella fuera imborrable en el transcurrir del tiempo;
como des fortuna de la no convivencia en paz; fueron apareciendo factores
negativos que dieron al traste con la armonía de la estirpe: el feminismo
incorrecto y mal entendido, introdujo rebeldía, alejamiento de las normas de
sana convivencia en el hogar, con la consecuencia de hijos al garete, yendo a
la deriva sin ninguna dirección. La soledad de una alcoba y la falta de
ternura, le dio paso a mentes delictivas, egoístas y frustradas que buscaron en
los Laptop, Ipad, Tablet, MP3, Notebooky, Smartphone, el refugio de unos
tentáculos embrutecedores y posesivos, ensombrecedores, cual nubarrones que no
permiten ver el horizonte y sí, el infierno dantesco del final apocalíptico.
Aparecieron corrientes
de libres pensadores, con atiborramiento de normas que sobrepasaron los
derechos, manera de asesinar el respeto y la convivencia en cada ley emanada;
los conflictos tomaron tenencia en las personalidades endebles y cada uno da su
propia interpretación y la convierte en derecho.
No es verdad que el
tiempo pasado haya sido mejor, ni que el presente es un absurdo, pero sí de
ambos, encontráramos la forma de unir los lazos que atan las maravillas de la
armonía de los seres, el futuro se podría observar resplandeciente y los niños
dejarían ver de nuevo una sonrisa plácida y sin amargura en el porvenir.
“Es justicia, no caridad lo que está deseando el mundo.” (Mary Shelley)
No hay comentarios:
Publicar un comentario