Alba y los cabezas rapadas
Cuando despertó, se dio
cuenta que había sido una horrible pesadilla. En la alucinación, era un gorrión
que abandonó el sedentarismo, para emprender largo viaje y que deseaba ser
humano. Bajó de las ramas de frondoso árbol, al posarse sobre la hojarasca, fue
sintiendo la mutación de la configuración de ave y del plumón de las alas
salieron unos brazos y piernas que lo incitaban a caminar. Quiso trinar, pero
se dio cuenta que su pico cónico desapareció para darle albergue a una boca que
se entre abría queriendo musitar.
Emprendió la caminata
por el sendero que lo llevaría a la ciudad. Solo había recorrido algunos
pasos…de un recodo le salieron dos encapuchados que al no encontrarle dinero,
lo golpearon, dejándolo como muerto; pedía ayuda y ni siquiera lo miraron.
Llegó a las primeras calles, estaban inundadas de protestas; en las orillas del
río, soñolientos por la droga y el alcohol, estaban remedos de seres humanos,
que de vez en cuando, eran guardados, para mostrar una ciudad libre de pobreza.
Pudo ver el quirófano atiborrado de bebes pariendo, recordando el coito
prematuro. Los mendigos eran capitalistas de la indigencia, que en cada esquina
abrían sucursales captadoras de incautos o ‘dadivosos’ recolectores de miradas
de admiración. Comenzaba a pensar, que había cometido un grave error.
Casas antiguas del barrio Buenosaires Medellín
Llegó al hogar de familia adinerada. Todo era
temor. Poco confiaban de sí mismo, sabían que el dinero pervertía creando
ambición; en las otras…existía desunión. Los separaba la tecnología. El comedor
remanso de paz de hogares de antaño, era un frío lugar sin voz, alejado de
añoranzas, cuentos e historias. Tomó nostálgico el camino de regreso, sin
querer mirar atrás para no avergonzarse de la estúpida decisión de ser humano.
Pretendió con todas las fuerzas lanzar un gorjeo, dándose cuenta que le era
imposible. No tenía pico, en cambio sí, una boca, que alcanzó a mascullar odio
sobre una incubación de hipócritas e irreales.
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