MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 27 de mayo de 2015

LA GALLINITA 'TABACA'


Aguardando la cabalgadura

Esto de hacer recuerdos, tiene sus ventajas. Entretiene las horas, disipando la soledad, en que a veces nos hace la visita; nos hace entender que aún existe un hálito de vida, que nos sostiene, impulsándonos a continuar la marcha, encarando con dignidad los recovecos hallados por el sendero todavía sin recorrer; es, la forma de viajar exentos de visa por los intríngulis del espacio, hasta los más remotos lugares, en que nuestras pisadas dejaron huellas, sobre el terreno del alma. Formamos con trocitos de evocaciones imágenes del ayer hasta constituir la película de lo vivido; ya así, cómodamente, nos disponemos a ver pasar aquellas estampas del pretérito, gozado exuberantemente bajo la titilante paz de la sencillez, brotada a raudales del manantial de fortalecida unidad familiar. No puede faltar durante la proyección, el escape involuntario de lágrimas amargas que opacan el recorrido, por la dureza del recuerdo; lágrimas que claudican ante la magnitud de la cosecha de felicidad recogidas en la siega, después de la siembra de pulcra semilla dejada por la honestidad ancestral.
 Aquel castillo paisa, construido desde sus cepas, bajo la mirada anhelante del patriarca, llegó una mañana cómo regalo de una vecina, una gallina que resultó excelente  ponedora de huevos. Por mucho tiempo, todos los días cacareaba alegre después de depositar la blancura de su esfuerzo y se pavoneaba orgullosa.

Zona de tintiada

El plumaje era café oscuro, motivo para se le apodara ‘tabaca’. Se convirtió en un miembro más de la familia. Se recorría la casa con un caminar lento y expectante. Por las tardes salía a acompañar al ama del hogar a un lote vacío en que ambas se relajaban una, mirando al horizonte tronchado por las agrestes montañas y la otra, buscando lombrices y saltamontes que brincaban sobre el pasto. Quizás agradecida, por el amor brindado, un buen día el canto era una algarabía de padre y señor mío, al revisarle el nido, el hallazgo nos dejó perplejos, era un huevo descomunal que al reventarlo y depositarlo en la paila, resultó de dos yemas y quedó acostumbrada a tan doloroso esfuerzo.          

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