Tesoros de la naturaleza
Transcurría la calenda
del año 1945 en adelante. El Sitio de la Tasajera (Copacabana), era proveída de
electricidad, por Fabricato; empresa dedicada a los textiles, que tenía su
asiento en la vecina población de Bello. La capacidad de los motores, no era lo
suficiente para que el alumbrado fuera persistente y cuando menos pensaba,
llegaba la oscuridad. Poco, las amas de casa, hacía sus comidas con energía;
los fogones de hulla estaban en todas las cocinas, los había de carbón de
piedra que inundaban de humo el ambiente y los de leña, que eran comprados por
bultos a los campesinos que bajaban desde la montaña ennegrecidos por el tizne.
Cuando el repentino y repetitivo apagón afloraba, nada se descomponía, no había
neveras, ni estufas, hornos; los ayudantes de las madres, eran su dedicación al
hogar y el amor por la familia; para planchar, estaban diseñados los aparatos
para ser calentados por el tizón extraído del fuego, que rechinaba sobre las
tres piedras que sostenían con ternura las ollas de donde sobresalían las patas
escarbadoras de suculenta gallina, plato apetitoso que aromaba el ambiente del
lar, arropando la mesa en un ambiente de
cordialidad y respeto. Era el ciclo en que las velas, amortiguaban las sombras
de la oscuridad, colocadas estratégicamente en cada habitación, empotradas en
bellos candelabros de peltre; encendidas formaban siluetas fantasmales.
Hojas vivas
La chiquillería se
tomaba el parque, con aquello juegos de otrora, en que desarrollaban la mente,
el cuerpo y fortalecían la amistad; no había lugar vetado para ellos, cuando
más disfrutaban aparecía el corte, los bombillos se negaban a resplandecer, la
visibilidad se acortaba y la gritería salida de la garganta de los niños
exaltaba la felicidad; no tomaban el instante como un inconveniente, por el
contrario, era el momento supremo para alcanzar la felicidad, recreándose con
las tinieblas. Por las negruras, se sentía el corretear los pies ligeros, el
transpirar de unos cuerpos sudorosos, una mano pequeña que golpeaba la pared y
la exclamación: liberto.
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