MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 5 de agosto de 2015

LA REALIDAD DICE OTRA COSA


A donde se irían

El cansancio de miles de juegos sencillos pero sociables, hacía que llegara a la cama fatigado; entre el tiempo de acomodarse y dormirse lo aprovechaba a lo máximo para viajar al futuro. Alcanzaba hasta dónde le fuera posible en el viaje de la imaginación, a escudriñar los intríngulis del destino. Entendía que existirían cambios, que seguramente nada sería igual; pero, en sus reflexiones, no oteaba que con el correr del tiempo, él envejecería y sus seres queridos tendrían el final. Continuaba embelesado en la meditación de un mañana acogedor, próspero, risueño y venturoso.  Creía que la humanidad avanzaría en procura de la perfección, que la violencia era vencida por la comprensión y el amor. ¿Cómo compartir sus pensamientos con los compañeritos? Tal vez a ellos poco o nada, les importaba irse a divagar por senderos ocultos y preferían regocijarse en el zumbar del trompo o elevarse a la par de la cometa sobre un cielo azul.
Nunca en sus recorridos mentales, se hicieron presentes los “adelantos” de la ciencia, ni se dejó ver por parte alguna la feroz tecnología, esa, que llegaría, para roer inclemente el pedestal en que estaba anclada la sociabilidad de los humanos ¡La unidad familiar! Quizás, si la hubiera detectado, no habría continuado las escapadas artificiosas en busca de un futuro, que él, presagiaba armónico, sereno y primaveral.  

Cuando no hay sino vacío

Cuando menos pensó, estaba sumido en el presente, hacía parte de él. Encontró la familia disuelta. La virginidad de las mujeres, era un estigma y no una virtud, niñas pariendo aferradas aún a la muñeca. La comunicación en el hogar, es un eco de soledad, de hastío y desamor. El cobijo virtuoso de otrora, se presta a los hijos, para calmar el erotismo. Los abuelos, dejaron de ser, las figuras patriarcales y fueron convertidos en niñeros de hijos no deseados, que los arrullan dando tumbos, sumidos en la decrepitud. Aquel refugio de penas y alegrías, de abrazos, besos, consejos y remanso de paz, se convirtió en soledad, en egoísmo y animadversión, ha triunfado la tecnología, lo virtual. La familia ha muerto y con ella la alegría de vivir.          

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