A donde se irían
El cansancio de miles
de juegos sencillos pero sociables, hacía que llegara a la cama fatigado; entre
el tiempo de acomodarse y dormirse lo aprovechaba a lo máximo para viajar al
futuro. Alcanzaba hasta dónde le fuera posible en el viaje de la imaginación, a
escudriñar los intríngulis del destino. Entendía que existirían cambios, que
seguramente nada sería igual; pero, en sus reflexiones, no oteaba que con el
correr del tiempo, él envejecería y sus seres queridos tendrían el final.
Continuaba embelesado en la meditación de un mañana acogedor, próspero, risueño
y venturoso. Creía que la humanidad
avanzaría en procura de la perfección, que la violencia era vencida por la
comprensión y el amor. ¿Cómo compartir sus pensamientos con los compañeritos?
Tal vez a ellos poco o nada, les importaba irse a divagar por senderos ocultos
y preferían regocijarse en el zumbar del trompo o elevarse a la par de la
cometa sobre un cielo azul.
Nunca en sus recorridos
mentales, se hicieron presentes los “adelantos” de la ciencia, ni se dejó ver
por parte alguna la feroz tecnología, esa, que llegaría, para roer inclemente
el pedestal en que estaba anclada la sociabilidad de los humanos ¡La unidad
familiar! Quizás, si la hubiera detectado, no habría continuado las escapadas
artificiosas en busca de un futuro, que él, presagiaba armónico, sereno y
primaveral.
Cuando no hay sino vacío
Cuando menos pensó,
estaba sumido en el presente, hacía parte de él. Encontró la familia disuelta.
La virginidad de las mujeres, era un estigma y no una virtud, niñas pariendo
aferradas aún a la muñeca. La comunicación en el hogar, es un eco de soledad,
de hastío y desamor. El cobijo virtuoso de otrora, se presta a los hijos, para
calmar el erotismo. Los abuelos, dejaron de ser, las figuras patriarcales y
fueron convertidos en niñeros de hijos no deseados, que los arrullan dando
tumbos, sumidos en la decrepitud. Aquel refugio de penas y alegrías, de
abrazos, besos, consejos y remanso de paz, se convirtió en soledad, en egoísmo
y animadversión, ha triunfado la tecnología, lo virtual. La familia ha muerto y
con ella la alegría de vivir.
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