Antigua casa de Copacabana tirada al suelo
Alegremente se inició
el enigmático viaje por la geografía de la vida; se pensó en primera instancia,
que no era indispensable, cargar la maleta con ingredientes inútiles, pues se
convertirían en estorbo y sobre peso durante la jornada. No se estaba seguro,
sí tuviera retorno al punto de partida. Echando mano a las experiencias ajenas,
a, aquellas que los padres, narraban en las charlas hogareñas, bautizadas como
consejos, se inició la trashumancia hacía lo desconocido; lo abordó por aulas
de escuela y colegio, no encontrando acomodo y sí temor ante la frase: “La
letra con sangre entra”, alejose antes de que la regla, quedase marcada en los
glúteos y un halo de frustración se acomodara rampantemente, durante el resto
de la expedición. Siguiendo la jornada, un día apareció entre los vaivenes avasalladores
de dudas, espirales sexuales cubiertos de cabellos suavemente perfumados,
rechazos, perturbadores delimitadores del sueño y constantes vacíos. La
confusión deslindaba los espacios de aquella etapa a la que la jornada lo había
conducido, estaba anclado en la vorágine de la pubertad; deseaba adormecer los
conflictos internos, con el tintinear de las copas que deslizaban embriagante
brebaje, que por instante, apagaba las angustias.
La pesadez de errores,
desafueros y excesos, fueron cediendo ante el paso imperioso del tiempo.
Arriero de Copacabana
Algo cansado, se fue
internando por un lugar en que el blanco, era el color sobresaliente. Níveo
eran los pensamientos y tan claros los recuerdos, que podía ver con exactitud
lo acaecido en la etapa de la partida, tanto, que escuchaba el aire elevando la
cometa; sentía el olor característico acogedor del hogar. Sentado sobre una
piedra, empezó a ir borrando de su segundo viaje (aquel de los excesos), los
derroches, ambiciones, la sexualidad quimérica, el afán de sobresalir;
emprendió a tomar de todo el recorrido las experiencias, cual doncellas
caprichosas, abanicaban la conciencia. En la lasitud del instante, se apoltronó
a esperar el fallecimiento de la última neurona.
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