Estampa de Semana Santa
Viene a la memoria las
actividades religiosas, que se llevaban a cabo en Copacabana en la recordación
de la pasión de Cristo. Las imágenes eran hermosas y se colocaban con buen
gusto en los “pasos” diarios, que salían en procesión, seguidos de una multitud
fervorosa, vestida con respeto, mentalmente hacían recordación del paso por la
vida del hijo de Dios. La banda Santa Cecilia del pueblo, hasta el miércoles,
dejaba escuchar tonadas alegres, seguida por los niños, cuidadosos de no dañar
el “estren”, mandado a hacer con sacrificio a una de las costureras del
condado; los mozuelos, no desperdiciaban la oportunidad, de hacerle requiebros,
a la hermosa niña despertadora de primeros amores.
Al llegar el jueves y
viernes santos, el recogimiento era sobrecogedor. La vestimenta cambiaba, la
banda no tocaba bambucos, se interpretaba música gregoriana; en el templo, todo
era recubierto de morado, no sonaban las campanas y salía a relucir e invocar
la matraca, con su sonido sordo lo contrario a la sonoridad del bronce del
altivo campanario, todos los niños y hasta mayores, le querían quitar a
Marquitos (el sacristán), que la gordura, lo ponía al borde del infarto. Lo
triste de la recordación en aquella época de niñez, era ver a Jesús, echo
pedazos, ensangrentado. Llenaba de angustia el corazón de quien aún no había
pecado, sintiendo aquel dolor como propio. El domingo lo veía resucitado.
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