En contacto con la naturaleza
Las amas de casa,
estaban de revuelo. En las horas de la tarde podrían escuchar en sus
receptores, la novela que había agitado la sensibilidad de los corazones
hispanos, escrita por Felix B. Caignet en Cuba la bella (El derecho de nacer).
La promoción había llenado de expectativas a los hogares, entre los que se
contaba, la bella mujer, que un día me dejó ver el mundo. Se movía cual
hormiguita por toda la casa, tratando de hacer los oficios domésticos a tiempo
y poder sentarse en frente del radio y empezar a escuchar el capítulo del día.
Manoteaba, maldecía, lloraba, cuando escuchaba la crueldad del mundo salir por
el parlante en las voces de los actores. Su debilidad nerviosa, la hacía
susceptible al dolor y aquello, dejaba de ser un pasatiempo, para convertirse
en crueldad.
De ver el estado
angustioso a que llegaba y que ella vivía con intensidad, era mejor empezar a
disuadirla de que aquella radionovela no era apta para su salud, porque estaba
escrita sobre la realidad de un mundo egoísta y cruel y que un ser bueno y
altruista como ella, no tenía la dureza de corazón, para usufructuar aquellos
capítulos diarios que entraban a su alma, en cambio sí, le convertían el resto
del día, en un camino lleno de abrojos, que ella, no era capaz de transitar
porque su espíritu no se formó para la violencia, sino para la dádiva y el
amor.
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