MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 4 de mayo de 2016

NOCHES DE CINE


Escultura natural

En la puerta o los alrededores del Teatro Gloria, se iban encontrando los amigos. Charlaban de cuanta cosa estaban atrasados, reían de algunas pilatunas o del último chiste; para aquel tiempo, no había nada que contar tocante a la tristeza, ni otra arandela que estuviese ligada al dolor. Dentro, estaba el regocijo, las expresiones innatas de aceptación o disgusto, el olor a cigarrillo y el sonido de un beso que algún enamorado imprimió abusando de la oscuridad. Todo era sencillo e inolvidable. Terminada la película, despedida; la mayoría vivía en pleno centro del pueblo o barrios diferentes, algunos continuaban el mismo camino, pero, se quedaban antes.
Pasaba por el histórico puente que unía el centro con la periferia, escuchaba el rumor del agua cristalina al correr, percibiendo el olor a guayaba, se iba apoderando de él, un frío, cuando estaba próximo a llegar a la entrada al cementerio, continuaba sin mirar hacia el lado izquierdo a sabiendas que más adelante, se encontraba el verdadero motivo del miedo infantil, que tuvieron que pasar muchos años, para poder dominar la extraña sensación de pánico ante la proximidad con el contacto de la muerte. A la entrada del barrio La Azulita, tiempo atrás, había atropellado un carro a uno de los guapetones del pueblo. En el punto que murió (costumbre), enclavaron un cruz como recordatorio. Desde varios metros antes de llegar, cogía un pedrusco, tomaba impulso y pasaba veloz, arrojaba la piedra ante la cruz, costumbre milenaria y con voz quebradiza mascullaba una oración. Nadie supo jamás de aquel miedo aterrador.



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