UN LUGAR DE RECUERDO
Se había
quedado dormido ¿Cuánto tiempo? No tenía ni idea. Los ojos estaban pesados y
envueltos en una nubecilla que hacía que la mirada se viera como empapada al
posarla sobre la distancia. Alcanzó a ver que las cordilleras no eran los
peladeros que dejaba la erosión ¡Sí, eran verdes! Bellos en todos sus matices.
Caminó dando tientos hasta la orilla del río ¿Era que estaba dormido aún? Pero
corrían sus aguas claras, pareciera primer plano de un espejo. Las riberas cual
alameda que daba sombrío, cubría infinidad de especies de flores en
florescencia. Era un cuento de hadas. No podía ser cierto.
El aire tan
fresco, enfriaba los pulmones igual que bálsamo divino, ni una partícula
contaminante se adhería al espacio ¡Aún no lo podía creer! El temor de haber
perdido la razón se acrecentaba. Al observar el respeto por los animales, le
exteriorizaba que en parte estaba en lo innegable. La salud llegaba hasta allá
en donde los indígenas ya no se morían de desnutrición. En el caminar
tambaleante de asombro, no oteaba ni un solo habitante de calle, no era que
todos fuesen autócratas, es que se ejecutó justicia. Se detuvo para
pellizcarse, no sintió nada. Se dio cuenta con pesar que permanecía todavía
dormido y estaba soñando.
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