PASEANDO LOS AÑOS
La
continuidad de lo que se llama progreso, hacía la existencia complicada; lo que
antes era la fortaleza de la familia, había caído al último escalón. El
consumismo llenaba de hambruna la mente, difícil ver el rostro del caminante,
la cerviz inclinada distorsiona la figura. Los animales antes libres de
ataduras, ya las vestimentas colocadas por la frustración de los amos, reprime
el espacio en que disfrutaban, temen ser castigados por ensuciar el atuendo.
Cada cual se refugió en sí mismo al estar convencido que el de al lado, lo
utiliza para su conveniencia; la soledad iba ampliando su espacio.
La naturaleza se
asfixiaba en la estrechez que dejaba la codicia que el hombre tituló
URBANIZACIÓN. Estaba entronizada la legalización de la tala de árboles con la
consecuencia de la muerte de la vida. Castillos modernos colgados de montañas
áridas, con grupos elitistas a la espera de la tragedia. Los padres se
liberaron tanto que fueron creando sus propios prostíbulos en lo que antes se
llamaba hogar. Al comedor lo visitaban los espantos de los abuelos, era el
lugar de encuentro del pasado ¡Hemos cambiado! ¡Estamos en la creación del
despotismo! Era raro, mientras más avanzaba, todo retrocedía.
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