MÚSICA COLOMBIANA

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miércoles, 14 de marzo de 2018

LAS PAPITAS DE DON MANUEL


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Un día salio de su casa a recorrer las calles de la ciudad; estaba desempleado. En el recorrido observó a alguien que en una olla fritaba papas, las qué después echaba en pequeñas bolsas, e iban a parar a las manos de niños y personas mayores, para ser consumidas al instante. ¡Ahí está mi salvación! Hay que buscar un buen lugar, se dijo.
Miraba un sitio que no fuera peligroso y por donde pasara buena cantidad de personas. Llegó a la plazuela de San Ignacio y el bombillo se iluminó. A un costado del atrio de la iglesia empezó su labor con medio bulto de papas. Trabajando desde temprano hasta entrar la noche. Ha visto desaparecer casas antiguas del entorno para darle cabida a la modernidad; vio cómo se fue la Universidad de Antioquia, de igual manera ha observado a personajes ilustres pasando a disertar en el Paraninfo.
Del año 1970, fecha en que comenzó la venta de papitas, las cosas han cambiado mucho. Los niños de aquel entonces que correteaban por las bancas, hoy mayores, arriman por el paquete de papitas acompañados de sus hijos, no cortadas con cuchillo, sino con un aparato qué lo hace milimétricamente o piden la bolsa de papita criolla, la última invención en su ventorrillo.
Con el tiempo se escasearon los cabellos, los movimientos se han hecho lerdos; las damas encopetadas que salían de misa del brazo de caballerosos esposos, se han ido perdiendo del panorama. Fueron apareciendo loros que traen su algarabía desde lejos; los venteros de tinto y cigarrillos, en sus coches de niños adaptados para tal fin; ancianos cabizbajos que buscan refugio en las bancas debajo de las palmeras, porque ya son un estorbo y llegaron también, aquellos qué le temen a la realidad, escondiéndose en el alcohol; hizo su aparición el adivinador por medio de cartomancia y otros hechos de ‘brujería’ con los que embauca  a cuanto incauto pasa. Don Manuel, sigue allí firme, con su venta de papitas fritas, qué da para la ‘papita’ hogareña.
 



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