MONUMENTO A LA MADRE COPACABANA FOTO ROBERT HOWARD
Después de las 6 de la tarde, en
cualquiera de las bancas del parque de la senil Copacabana, eran el sitio de
encuentro del grupo de amigos, para departir las comidillas del día, de las
cosas más triviales. Se llenaba el ocaso de cuentos, chascarrillos, anécdotas,
comentarios de partidos de fútbol y chanzas pesadas contra alguno de los
concurrentes, que muchas ocasiones, perturbaba el ambiente, pero, por fortuna,
duraba poco y el coloquio regresaba a la normalidad. Aquellas entrevistas se
volvieron indispensables, para de alguna manera contrarrestar la pasividad del
poblado, que siempre permanecía adormilado encasquetado sobre las costumbres.
Ya la época, había hecho más de la
mitad del recorrido. En 1958 en Estados Unidos, se creó la NASA, con el fin de
pensar en la conveniencia de encontrar dentro del espacio, un lugar habitable.
Fue entonces, cuando después de varios viajes no tripulados, el cohete Apolo
Xl, conducido por Neil Armstrong, dejó posar sus botas, sobre lo que antes era
inspiración de los poetas. La luna fue violentada en toda su belleza, por el
hombre. Aquel inverosímil espectáculo de la ciencia, llegaba como anillo al
dedo, para los contertulios pueblerinos, que incrédulos disertaban aceptando o
refutando la veracidad del hecho. Ya no se comentaba la trivialidad del
movimiento del entorno. No. Era la galaxia, la estratósfera. El infinito. Las
conjeturas saltaban por encanto del grupo heterogéneo; unos se dejaban
arrastrar igual que hojas en la borrasca, por apasionamientos sin sentido,
otros, recitaban lo ya expresado en cuartillas de periódicos y algunos más,
dejaban volar la imaginación, que lo hacía ver un futuro confuso.
Una tarde llena de arreboles, que
enrojecían las tapias de cementerio y los rostros del grupo, el soñador de
aventuras espaciales, fue creando una imagen de lo que llegaría a ser en el
futuro del sueño de las potencias. Decía: “sé llenará el espacio de naves
espaciales, que tendrán puntos de acondicionamiento para ir avanzando hasta
encontrar el lugar en que el hombre pueda vivir con agua y oxígeno. No importa,
la ciencia. Es el poder. La nación que logre la hazaña, irá creando su imperio
fuera de la tierra y ya constituido, hará la guerra con el poder avasallador de
un amo cruento.” Todos quedaron callados. Hoy todavía, los cohetes surcan el
espacio llevando escondido el verdadero propósito.
ALBERTO.
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