MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 27 de febrero de 2019

TODO LLORABAN



TARDE DE CAMPO



De pronto, comenzó a escuchar llantos; no sólo era de mujeres y niños, también se percibían lamentos de hombre; se escuchaban debajo de la cama, salían de los muros de las paredes que hacían temblar la telaraña que colgaba de un rincón. No comprendía aquello. Aguzaba el oído, se estregaba los ojos y enderezó el cuerpo para alcanzar el radio. Con un clic se encendió. Alocución del presidente: “el país sigue por el camino qué es; los ciudadanos han encontrado la felicidad en un ciento por ciento; los campesinos gozan de paz, mueren de viejos en las parcelas. No se siente el olor a pólvora dejada por los fúsiles. La palabra desalojo, entró en el arrume de los arcaísmos”. Afuera él escuchaba, estallidos de minas quiebra patas, sirenas de ambulancias. Estaba confundido, no encontraba la razón, ¿Sería que se había enloquecido de ver tanto sufrimiento? Trataba de poner en orden los pensamientos, pero, los esfuerzos eran inútiles, los clamores se hacían más fuertes; percibía voces pidiendo justicia, lamentaciones de abandono y gritos de voces acalladas que eran más que multitud. 
Comprendía que la política era engañosa, hacían malabarismo con la verdad los que vivían de ella; que los politiqueros deambulaban por encima del hambre y la incultura mostrando la mejor sonrisa. Se dio cuenta entonces, que eso era lo que estaba sucediendo en su entorno. No estaba al borde de la paranoia.
Lo que escuchaba en su recinto era la ramificación, de la realidad que acontecía en el bello país de sus amores, con un himno patrio lleno de palabras rebuscadas, con una población cansada de embustes de tribunos enloquecidos de poder a costa del sufrimiento, parcelando a la población entre buenos y malos, aquellos morían entre el fuego cruzado y éstos, se alistaba para gobernar. No estaba loco. Eran las voces de auxilio que de su interior querían salir a gritar la verdad.

Alberto.


miércoles, 20 de febrero de 2019

TROTE


COPACABANA FOTO RUBEN TORRES.


Aquello era quietud, soledad con revuelo de palomas, interrumpido por la sonoridad de las campanas. Una plaza inmensa rodeada de frondosos árboles de mangos, un algarrobo, hermoso guayacán amarillo y una buena cantidad de mostradores de cantinas en el lado nororiental. Por el inmenso atrio se veía a mujeres embozadas en mantones negros rodeados de flecos, que bailaban al caminar de la garbosa dama; el silencio se llenaba de repiques de tacones, reclinatorios, de agua brotada de dentro de los patos de la fontana, del sacudir por los fogoneros irreverentes los árboles para que el fruto callera de bruces al pavimento, se percibía el eco de algún tango trasnochado o un bolero sentimental desde el kiosco  y de camándulas inspiradoras de piedad. La estampa se repetía días, meses y años. Copacabana estaba construida en crisoles de historia. Aún se escuchan el paso de las cabalgaduras enjaezadas de escudos, señorío y estirpe.    
Quizás de allende de las fronteras o seguro, de genes de aborígenes Niquios, o casi sin equivocación, de la mezcla de aquellos y el negro, un zambo; deambulaba por las calles de Copacabana, rectilíneo espécimen, dedicado desde temprana edad a los ajetreos de la albañilería, ejercida en compañía del dios Baco. Cabello ensortijado, ojos saltones de malicia, piernas extremadamente largas y pies callosos libres de atavíos de cuero, maltratadores como una penitencia. Fue Trote, todo un personaje que no sólo fue distinguido en el menester de embaldosar, sino, que, en la tienda que fue primero de Juan Sánchez y después de Juan Fonnegra a la entrada del Cabuyal; en un rincón esperaba a los clientes huérfanos de amor o, a los expertos en los requiebros pasionales, para escribirles esquelas colmadas de versos, para la Dulcineas de turno. Mijo: si quiere que siga, cómpreme uno doble.

Alberto.

miércoles, 13 de febrero de 2019

LOS TOQUEROS


PAISAJE DE SANTA ELENA

Es fácil explotar la ambición humana, por lo menos así lo demuestran un grupo de delincuentes (sicólogos ellos), que hicieron racho aparte de los malhechores, aquellos, no utilizan violencia ni a las personas ni a las cosas. Emplean eso sí, la estupidez del hombre al creerse que él, es el más astuto, el sabe lo todo. Este tipo de forajidos en su mayoría, son personas con mayoría de edad, acostumbran situarse en las terminales de buses, ahí, vienen sus presas, con tan sólo una mirada y ya saben que ese, le dará la alimentación de la numerosa prole. Mimetizados según la ocasión, abordan a la víctima, ya sea con el quinto ganancioso o con cualquiera de las modalidades tramposas en se especializan.
 El escogido, siempre, es un semental, que cree que después  de él el cielo. Conoce al inventor del hilo negro, en qué lugar ponen las garzas, es ambicioso, por plata vende a la mama. En ese petulante, engreído, empieza la labor de “toquero”, le va buscando el punto débil ofreciéndole ganarse grande suma de dinero o lo trabaja, haciéndose el bobo, pues no conoce la ciudad y se quiere ir pa’ su pueblo, que le vende el quinto ganancioso por una cifra infinitamente inferior ¡Tome! Le rapan hasta el último centavo, sin que el “vivo” se dé cuenta hasta que lo va a reclamar. Salen a decir que le dieron burundanga, cuando en verdad explotaron la ambición desmedida del hombre.
Ser prudente es bueno y mucho más la humildad. Hay “vivos” que se pisan los testículos y “bobos” que se asolean en el arenal. 

Alberto.

miércoles, 6 de febrero de 2019

LOS RETOQUES


SOMBRA DEL JARDÍN

Son casos generalizados en la vida cuotidiana. La madre ha perdido los encantos de la juventud, algo natural con el caer las hojas del almanaque. Los hijos, especialmente las hembras, no lo aceptan. Es cuando comienzan los retoques a la ‘cucha’. Esas canas la hacen ver más vieja. Teñida. Ojalá con el color de moda. ¿Arrugas? ¡No por Dios! Estirada de piel. ¿Cómo qué con esos vestidos pasados de moda? A la boutique de Richard, el gran diseñador, para que le actualice el vestuario. Las prótesis dentales salen como pepa de guama y son remplazadas a pesar del dolor, por fijas, atornilladas a las encías. Los cambios de la angustiada progenitora no se hacen esperar. Es una criatura renovada de modelo exteriormente, ante la vista de los transeúntes, con los achaques normales de la edad, con un corazón debilitado por los sufrimientos brindados por quienes pagaron el cambio, no por amor, sí por vanidad; cuando lo que en verdad ella quería, era un cambio de actitud y un hogar en paz.

Alberto.