MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 17 de julio de 2019

LAS TERTULIAS DEL PARQUE


MERCADO DE LA VIEJA COPACABANA

Las tardes cuando el verano estaba en su “fina”, provocaban el encuentro de los amigos. De las dos cordilleras que han cobijado siempre a la histórica Copacabana, para que no sienta frío, a su vez, la protegen de los enojos de la naturaleza; rodaba caprichosamente los aromas del campo confundiéndose unas veces el cilantro con el de la albahca en otras, el de mandarina, entraba por el copo de la palma y se confundía con el de jugosas naranjas. ¿Y qué decir el de las flores? El airecillo delicado empezaba a revolotear por el parque. Los tupidos árboles de mango se agitaban con su presencia, algunos frutos se desprendían causando algarabía en los chiquillos de pantalones cortos; la esvelta palmera se dejaba llevar de la oscilación por los movimientos causado por el aura; las golondrinas que abandonaban los nidos hechos junto al campanario de la torre y en la somnolencia del abrazo del viento, hacían retozos dejando ver el ropaje negro y blanco con brillo de ensoñación.

Aquel ambiente idílico era el marco que entrañables amigos, buscaban casi a diario para encontrarse. Cuando habían pasado los trabajadores cansados para sus casas, unos de las empresas locales y otros, que bajaban de los frescos, cómodos y arabescos buses de escalera en que adormilados regresaban de la capital y, las sombras empezaban a caer por encima de los tejados históricos, iban llegando los contertulios a encontrarse en una de las frías bancas diseminadas estratégicamente por todo el parque, que en días de jolgorio eran el aposento de miles de glúteos, sin importar clase o color. Chistes verdes de ese entonces, que hoy no llegan ni a rosados, hacían las delicias; otro lanzaba los comentarios de fútbol. Alegatos, risas y de vuelta a la normalidad. De política ‘nanai cucas.’ Esa cofradía con aquellos encuentros se desestresaba, estrechaban los lazos de amistad y no faltó el día en que debajo de alguna ruana, aparecía el dios Baco, Él, alargaba la noche, se escuchaban cantos interrumpidos por el policía de turno que los mandaba a dormir antes de tenerlos que llevar al cepo por perturbar la estancada tranquilidad, de la que era propietario el Sitio. 
Alberto.                            

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