LOS BOCHEROS DE COPACABANA
"El mundo está lleno de grandes citas, y vacío de gente que la
aplique" (Blaise Pascal).
Los años van cubriendo con el manto
del olvido, lo que antes fue esplendor, la alegría de muchos y que hoy nadie
recuerda o si acaso, una leve evocación de personas sexagenarias que no quieren
matar el pasado.
Quizás, por la época de los cincuenta,
en los radios Pilco, Philips, RCA Víctor, se escuchaba en las emisoras locales,
a cinco cantantes que componían el grupo de los Bocheros con melodías españolas,
tales como: La Luna Enamorada, Puente de Piedra, La bien Pagá y otras mucho
más, que regocijaban a familias enteras o retumbaban en los traganíqueles de
cantinas noctámbulas. De ello, nació la pasión de cinco jóvenes en la población
por este estilo de música. Miguel Cuenca, Libardo Rendón, Germán Casas, Ramón
Zapata y Gabriel Díaz, se unieron y formaron Los Bocheros de Copacabana.
Todo iba bien. Las personas les fueron
tomando afecto y quedaban sorprendidas con la similitud en los instrumentos y voces
del novel grupo con aquellos. Pronto se granjearon la admiración ya no de
propios sino, de extraños. Eran llamados de diferentes lugares del departamento
para hacer presentaciones y sobre todo en la ciudad de Medellín; se estaban
convirtiendo rápidamente en estrellas del espectáculo.
Todo hacía prever, que la agrupación
estaba predestinada al triunfo. Que en las marquesinas resplandecerían sus
nombres; que las fotos serían iluminadas por reflectores y la economía le sería
asegurada. Pero no. De un momento a otro, todo se vino abajo. ¿Las causas?
¡Sólo ellos lo saben! Lo que sí es cierto, es que se perdió un estupendo grupo
musical, que dejó honda huella en los corazones de antaño, al hacer cerrar las
ventanas de las enamoradas, dejándolas ávidas de serenatas.
Alberto.
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