Antiguo palacio consistorial de Copacabana.
En las casas de Copacabana para hacer los alimentos en la cocinas se utilizaban tres elementos: el carbón de piedra, el carbón de leña, la leña y en los hogares de comodidad, la energía. Pues bien. Éstos elementos los distribuían de casa en casa unos personajes que, por el manejos de ellos, se mantenían negros y también por el poco aseo, ya que no eran los más amantes a la limpieza.
Por la calle que hace mucho tiempo bajaba del parque a la escuela Urbana de niños, donde el rector lo fue don Jesús Molina, casi a la mitad de la cuadra, en una pequeña pieza, tenía José Vásquez su carbonería, en la que estaba dispuesto a atender al público, pero, no con cortesía; era de carácter huraño, casi que vulgar, con tabaco en la boca, de la que salía un olor agrio, debido a que siempre se mantenía a media caña; quizá a su alcoholismo, a su soledad, se debía su grosería. Dormía en el mismo lugar y sucio como un cerdo; se comentaba en aquellas calendas, que después del agua del
bautizo no recibió una gota más. Decía que José Vásquez era el dueño de aquel negocio, creo que nadie de edad lo recuerda por su nombre, pero, al decir: "El Mosco", las cosas cambian y lo recuerdan de inmediato y lo podrán comparar con el Hades: Plutón, dios de los infiernos. Se recuerda que muchas personas manifestaban que practicaba la sodomía; en el año 1972 se encontraba recluido en el asilo de ancianos, con 80 años de edad y allí murió. Se llegó a decir que pertenecía a una familia honorable.
En el deposito de don Miguel Quiceno, que era un establecimiento de más envergadura, trabajaba el negro "Marquitos" el encargado de distribuir los pedidos, lo hacía en su carreta, pero se mantenía sucio y negro de carbón, con sombrero y paruma, lo mismo que con albarcas de cuero y suela de llanta, pero se comportaba con educación y respeto para con los clientes; en su oficio recorría todo el pueblo haciendo algunas paradas para coger fuerzas y continuar el camino hasta llegar al destino de entrega de las mercancías. Llegó la energía, los carros o volquetas y Marquitos desapareció o quedó sólo para el recuerdo.
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