MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 10 de agosto de 2011

EL MOMENTO DEFINITIVO.


Foto: Carlos Múnera.

"El dolor sino se convierte en verdugo es un gran maestro" (?)

El pajarito trinaba encaramado en el árbol de guayabas y la brisa tiernamente le acariciaba el plumaje. Él lo escuchaba absorto. Se compenetró tanto en el canto, que sin darse cuenta fue entendiendo el gorgojeo de la pequeña ave. Ella le iba diciendo: tienes que ir aceptando lo que no tiene remedio. La muerte es un ciclo y como tal se debe mirar. Ya ha pasado mucho tiempo de qué aquel hombre bueno que te trajo a la vida para prolongar la suya, dijo adiós encumbrándose a lo infinito en la forma en qué lo hacen los seres limpios desposeídos de maldad. Le parecieron palabras justas y llenas de sabiduría las expelidas desde aquella fina garganta. Y seguía la bella ave trinando: Tú dolor puede ser causa de remordimientos. El humano tiene la particularidad de dejar ir los mejores momentos de la vida, engreído en la falacia que lo mantiene absorto alejado de la realidad. Deja pasar los instantes bellos y sinceros por acudir al llamado de la disipación moral, se revuelve en ella cómo el cerdo en el pantano, para después con el correr de los años, llorar por haber perdido el tiempo y lo que pasa, es difícil que regrese a su mismo estado. Él sentía, que aquella reprimenda se la merecía, no había sido un dechado de hijo, que cuando se le brindaba un consejo se sentía agraviado. Sí. Él no supo vivir el instante.


Foto: Carlos Múnera.
La avecilla de colores le dijo adiós con una de sus alas, no sin antes decirle: No creas que te pasa a ti sólo. Construye tú hogar como lo fue el tuyo. Entonces alcanzó a decir tímidamente: gracias y que te vaya bien...

Todo pasó como en un sueño. Pero sabía a ciencia cierta que lo que le dijo en el bello trino, era la realidad que siempre trató de esconder para no ser juzgado con dureza por las nuevas generaciones, Desaprovechó el calor de hogar que la existencia le regaló y fueron las amistades las que coparon su fuerza vital y que ahora en su vejez carcomido por los años reconocía tardíamente el error.

Los que tanto lo amaron yacen en la última morada en espera de una oración ésta sí, llena de verdad y comprensión.







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