MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 15 de enero de 2014

LO QUE SERÁ BOTADO

Amanecer de enero 2014
“Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona.” (Baltasar Gracián)

La constante es que el hombre sea ingrato por naturaleza y sí a eso le agregamos el estigma de la genética, las cosas se agravan. Uno, se encuentra plácidamente en el vientre materno por 9 meses (la mayoría), porque ay quienes aburridos se vienen antes de tiempo, creando en la familia conflictos de adaptación. Alimentación constante, sueños prolongados y llantos inoportunos. Pasados unos días, le arrebatan el hermoso envase de la leche y le ponen en la boca el chupo insípido para que uno bote el seno, que corrido el tiempo de re mascar el bendito caucho y con la nostalgia viva de aquel dulce y bello embace, lo cambia por sopitas con uno que otro gordo, para la adaptación a comida sólida.
La carrera de los cambios no se detiene. Botamos a los padres para irnos a donde los maestros. Lanzamos a la porra, los deleites de las cobijas, para sentarnos en unas duras tablas del pupitre de turno y arrojamos los juegos con el gato, para llenarnos de números, ángulos, cuadrados, historia y geografías que no volvemos a ver. Aparece la cursienta de pelo negro y casquivana que nos hace botar la ‘cachucha’,  en la que se van montadas las reglas de moral enseñadas en el catecismo y acentuadas en la Primera Comunión, en que los vecinos nos comparaban con San Luis Gonzaga. Sin mucha preparación nos entregamos al himeneo y este paso sí nos hace arrojar inmisericordemente hasta la última de las costumbres, es, como arrancar de cero. No dejamos disfrutar a la novia del vestido de boda y… ¡Tome! El primer muchacho. La paz hogareña es botada, para remplazarla por los berridos, cambio de pañales, amaneceres de bombillo y un patrón reclamando por el poco rendimiento. A la media naranja, le ponemos sucursal buscando ratón tierno.

Arte ropero
En la carrera vertiginosa de la vida, aparecen unas cortadas llamadas arrugas, es cuando se cae el pelo en cada peinada, orinamos fuera de la taza; en la mesa de noche se remplazan las revistas pornográficas, por
un reguero de pastillas y frascos con aguas para calmar la acidez, la camándula debajo de la almohada con un crucifijo de tamaño descomunal, que nos está recordando que somos polvo y no del que echamos en las erecciones. Después de haber ido botando cuanto se nos dio, vemos que nada nos pertenece y entendemos que somos poca cosa.


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