Viejo jugando con sus recuerdos 1
Éramos esa barra de
amigos inolvidable de la antañona Copacabana. Soñadores, deportistas,
enamorados y chicaneros. La casa de uno, era como nuestra; se compartían hasta
las ilusiones, que a veces se sobrepasaban en los engaños del alcohol. Nos
creíamos únicos, quizás, inmortales; no había mañana…éramos presente. No se
oteaban canas, arrugas, dificultad en el andar, olvidos y vivencias del
recuerdo ¿Vejez? Esa palabra, no hacía parte del diccionario de muchachotes
deportistas que no sabían que más adelante se encontraba camuflada la
hipertensión, alzhéimer y cuanto estrago físico que conviven al ir arrancando
las hojas del almanaque. El tiempo, es un corrosivo que desgasta sin afán, lo
que otrora eran lagos apacibles rodeados de naturaleza viva, con flores de
exquisita belleza y fragancia. A cada paso dado, se aproximaba a la realidad,
esa que no hacía parte del cronograma insensato en la mancebía de la época
dorada, cuando el ensueño es la carta de navegación de un capitán soñador e
irresponsable.
Se cruza el espacio
infinito del tiempo como un haz de luz. Han llegado los cansancios, la
lentitud, la edad de los metales, los porqué han encontrado respuesta; se
aprende que la ilusión es una quimera, que las metas son amantes engañosas
disfrazadas de virtud; que la belleza, es efímera y leve, igual que copo de
nieve ante el sol abrazador; que la sexualidad desbordante, no es el camino que
lleva al amor exquisito, es, una trampa de los sentidos, que conduce al hastío.
La realidad, se vuelve compañera inseparable, que desmitifica teorías y sucesos
que se plasmaron en imágenes y charlas de sicólogos o sociólogos desocupados
con deseos de aparentar, pasar a la historia como forjadores de una tesis
irrefutable que será la guía al cardumen de seres “pensantes”, que cual
esponja, absorbe el palabrerío ocioso, causante de perturbación del sosiego de
la comunidad global. La vejez se parte en dos. Aquella en que no se es, la
fuerza vital, pero existen rasgos de ella, que te hacen todavía aceptable ante
la sociedad o a los allegados, que están pensando en un asilo de paredes frías
e insensibles.
Viejo jugando con sus recuerdos 2
La
parte del horror, es aquella en que hace la aparición la decadencia total,
extrema declinación de las facultades físicas y mentales, en que ni los
recuerdos son compañeros. El mundo ha cerrado puertas y ventanas. En un rincón
se acomodan la soledad, olvido y el desamor, triunvirato inconsciente de la
decrepitud, epílogo del compendio de una vida.
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