MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 23 de julio de 2014

DECREPITUD


Viejo jugando con sus recuerdos 1

Éramos esa barra de amigos inolvidable de la antañona Copacabana. Soñadores, deportistas, enamorados y chicaneros. La casa de uno, era como nuestra; se compartían hasta las ilusiones, que a veces se sobrepasaban en los engaños del alcohol. Nos creíamos únicos, quizás, inmortales; no había mañana…éramos presente. No se oteaban canas, arrugas, dificultad en el andar, olvidos y vivencias del recuerdo ¿Vejez? Esa palabra, no hacía parte del diccionario de muchachotes deportistas que no sabían que más adelante se encontraba camuflada la hipertensión, alzhéimer y cuanto estrago físico que conviven al ir arrancando las hojas del almanaque. El tiempo, es un corrosivo que desgasta sin afán, lo que otrora eran lagos apacibles rodeados de naturaleza viva, con flores de exquisita belleza y fragancia. A cada paso dado, se aproximaba a la realidad, esa que no hacía parte del cronograma insensato en la mancebía de la época dorada, cuando el ensueño es la carta de navegación de un capitán soñador e irresponsable.
Se cruza el espacio infinito del tiempo como un haz de luz. Han llegado los cansancios, la lentitud, la edad de los metales, los porqué han encontrado respuesta; se aprende que la ilusión es una quimera, que las metas son amantes engañosas disfrazadas de virtud; que la belleza, es efímera y leve, igual que copo de nieve ante el sol abrazador; que la sexualidad desbordante, no es el camino que lleva al amor exquisito, es, una trampa de los sentidos, que conduce al hastío. La realidad, se vuelve compañera inseparable, que desmitifica teorías y sucesos que se plasmaron en imágenes y charlas de sicólogos o sociólogos desocupados con deseos de aparentar, pasar a la historia como forjadores de una tesis irrefutable que será la guía al cardumen de seres “pensantes”, que cual esponja, absorbe el palabrerío ocioso, causante de perturbación del sosiego de la comunidad global. La vejez se parte en dos. Aquella en que no se es, la fuerza vital, pero existen rasgos de ella, que te hacen todavía aceptable ante la sociedad o a los allegados, que están pensando en un asilo de paredes frías e insensibles.


Viejo jugando con sus recuerdos 2

  La parte del horror, es aquella en que hace la aparición la decadencia total, extrema declinación de las facultades físicas y mentales, en que ni los recuerdos son compañeros. El mundo ha cerrado puertas y ventanas. En un rincón se acomodan la soledad, olvido y el desamor, triunvirato inconsciente de la decrepitud, epílogo del compendio de una vida.  


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