Iglesia de Copacabana foto Mario Correa
En los finales de la
década del 50 y principios del 60, hicieron aparición dos Quijotes modernos en
la tricentenaria Copacabana, que se dejaron llevar por los sueños. Querían
hacer del adormecido poblado, un despertar a la cultura. ¿Y qué mejor forma,
que una estación de radio? Se movieron con tesón de hormigas. Motivaron al cura
para que se apropiara de la idea. El padre Bernardo Montoya, les creyó y pronto
estuvo ante el Ministerio de Comunicaciones, sorteando la burocracia estatal,
encontró la aceptación de una licencia para que Copacabana contara desde ese
momento con su emisora. Alberto Giraldo y General Tobón, saltaron de la dicha y
sus sueños se hicieron realidad. En el dial de los receptores en el hogar de
los sitieños en los 1.560 kilociclos, había quedado instalada RADIO COPACABANA,
que un día de 1960 a las 4 de la tarde, dejó oír como inicio de transmisión el
himno nacional. Algún tiempo después, apareció un muchacho lleno de ideas y con
el deseo inmenso de hacer conocer su pueblo. Miguel Ángel Cuenca, se hizo cargo
de la dirección artística. Siempre se le veía sentado frente a una antigua
máquina de escribir. Libretos vienen y van para que todo se moviera con
organización. Como amante del folklore patrio y músico él, no podían faltar
presentaciones en vivo de grupos de cuerda, que los radioescuchas saboreaban en
sus hogares.
La emisora tenía en
principio sus estudios, en el segundo piso de lo que se llamó Casa
Consistorial, ubicada al costado occidental del parque principal. Desde allí se
transmitía después que el reloj de la iglesia daba las cuatro campanadas en el
campanario. Los primeros locutores de planta lo eran General y Miguel, quienes
se turnaban hasta la finalización que no se excedía de las 10 de la noche. Al poco
tiempo, nos involucramos en la odisea radial, otras personas, entre ellas, Juan
Fonnegra; hacíamos nuestros propios libretos, para un programa de media hora de
comentarios de éxitos musicales, con temas que nos brindaba desde la Voz de
Antioquia, Hernán Restrepo Duque, primer comentarista de discos del país.
Marchaba todo bajo rieles, hasta que la administración municipal, pidió el
espacio.
Alberto Giraldo
La mano amiga del padre
Bernardo Montoya, nos cedió un lugar en la sacristía. Allá fuimos a dar.
Aparecieron programas dedicados a la poesía, a tangos, a música colombiana,
grupo de teatro costumbrista y algunos de opinión. La emisora empezó un
trasegar por diferentes casonas antiguas hasta ser su ubicación definitiva el
palacio municipal en el cuarto piso; fue una época brillante en la que don
Guillermo Llanos técnico de R.C.N, se involucró con amor a la estación con su sabiduría. Un día, que los
luchadores primitivos por causas diferentes, se alejaron, las ondas se fueron
apagando…y murió. Salió del aire, pero dejó una estela de inquietud en las
generaciones nuevas que llenaron a Copacabana de cultura. Hoy nadie recuerda
aquellos Quijotes…
Casa Consistorial
Padre Bernardo Montoya
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