MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Y SE AMARON


Francisco Mejía Arango

El amor, está lleno de sorpresas apareciendo (lo más bello él), sin que se ande buscando o tenga una planificación metódica; llega casi siempre sin avisar en el día, lugar u hora menos pensada, basta una mirada para que algo sorprendente suceda dentro del andamiaje de los sentimientos para que brote la ternura, la vida se llena de luz, música, bondad e insomnios. La soledad, deja de ser compañía angustiosa y se transforma en emociones vivificantes que hacen de los amaneceres irradiadores de felicidad. El camino iluminado por el cariño, es propenso para divagar de la mano con la ensoñación, unidos hasta el ocaso. 
Ella, era una mujer acostumbrada a la ciudad a más de bella, la hija menor de una extensa familia, cuidada como una joya invaluable. Él todo lo contrario. Un hombre con olor a musgo, ha arado movido por manos callosas, levantado entre golpes de azadón. A pesar de la diferencia abismal, un buen día fueron cautivados por el inquieto Cupido, ese niño vendado, que lanza sus flechas a la deriva sin importarle en qué lugar da en el blanco. Ellos, se dejaron llevar por la seducción y soñaban con un hogar construido con vigorosas cepas, dónde ni el cansancio, la maleficencia del vulgo, los vaivenes económicos, intriga e infidelidad, pudieran nunca trastocar sus vidas. Sé hicieron uno, tan vigoroso, que nada pudo jamás, contrarrestar la unidad.

Nina Vélez Muñoz

Juntos atravesaron las épocas doradas de la juventud, yuxtapuestos el corredor florido de la ancianidad, con sus cabellos plateados en nobleza y un corazón predispuesto al amor. En el largo viaje de la existencia, tropezaron con vacíos insondables, que sortearon asidos de las manos de la nobleza y cobijados por la ternura, esperaban el nuevo amanecer, en que las irradiaciones de un sol de esperanzas matizaba las angustias y desesperanzas. Juntos llegaron al ocaso con un rostro iluminado por la alegría, compartido hasta el final con la progenie, resultada desde aquel flechazo lanzado al azar.  
           

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