Obesidad en reposo.
“Los ordenadores son
inútiles, sólo pueden darte respuestas” (Pablo Picasso)
E
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l viejo taita en su
sabiduría bucólica decía: “de eso tan bueno, no dan tan bastante”, cuando
alguien ofrecía algo espectacular que de seguro no podría cumplir o era
matizado por un mentira.
Ese compañero de los
años mozos, fue siempre un amigo sin dobleces; su nobleza era igual a la del
perro. Estaba siempre en el momento oportuno, para brindar de sí, la ayuda sin
que esperara la retribución. Hace tanto que partió y está intacto como las
esculturas romanas en el recuerdo y en la gratitud del corazón.
Había algo en él, que
lo incitaba a la afición del licor. El dios Baco monopolizaba los instantes de
soledad abrazándole igual que una amante. Su vida disipada, hizo que alguien,
le acomodara el remoquete de “El Bohemio”. En la familia numerosa apareció un
hermano mayor, que desde joven, tomó los hábitos sacerdotales y siempre
permanecía lejos por mandato de la Curia; cada vez que podía, visitaba la casa
paterna. Daba consejos a los antiguos amigos descarriados, oficiaba misa a los
vecinos del hogar, reprendía a las mujeres por el modo impuro de vestir y
algunas tardes, jugaba al fútbol en la cancha Camilo Torres con compañeros del
colegio San Luis.
Por el tiempo de Semana
Santa y sabiendo el comportamiento de su hermano menor, empezó una rutina
diaria de subir a un monte cercano con él, para tratar de enderezarlo y con la
Biblia en la mano le hacía prédicas para hacerlo reflexionar, tomara el camino
correcto para llegar a Dios. Lunes, martes, miércoles, fueron copados en largas
tardes de oración, reprimendas, versículos y al jueves…El Bohemio, estaba
dándole vueltas al parque en un círculo vicioso, sin contestar los saludos de
los amigos, a grandes zancadas caminaba por los andenes del atrio, la mirada
estaba perdida y no se posaba en un punto fijo.
El kiosco actual de Copacabana.
Había perdido la razón. La sonrisa que lo
acompañaba en la faz bonachona, se convirtió en un rostro duro e inexpresivo u
otras oportunidades, se le veía, como si lo que deseara fuera romper en llanto.
Los que fuimos sus amigos, sentíamos en el alma, el cambio brusco a lo que lo
llevó el hermano cura irresponsablemente, que le introdujo en la mente a un
dios castigador y vengativo, cuando Dios es amor y comprensión.
La siquiatría lo trajo
de nuevo a la realidad sin quedar secuelas y Celia Cruz con su: “Sopita en
Botella”, le hizo ver que era el mejor bohemio entre los amigos que lo amamos.
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