MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 30 de octubre de 2013

TANTO, QUE LO ENLOQUECIÓ.

Obesidad en reposo.

“Los ordenadores son inútiles, sólo pueden darte respuestas” (Pablo Picasso)

E
l viejo taita en su sabiduría bucólica decía: “de eso tan bueno, no dan tan bastante”, cuando alguien ofrecía algo espectacular que de seguro no podría cumplir o era matizado por un mentira.
Ese compañero de los años mozos, fue siempre un amigo sin dobleces; su nobleza era igual a la del perro. Estaba siempre en el momento oportuno, para brindar de sí, la ayuda sin que esperara la retribución. Hace tanto que partió y está intacto como las esculturas romanas en el recuerdo y en la gratitud del corazón.
Había algo en él, que lo incitaba a la afición del licor. El dios Baco monopolizaba los instantes de soledad abrazándole igual que una amante. Su vida disipada, hizo que alguien, le acomodara el remoquete de “El Bohemio”. En la familia numerosa apareció un hermano mayor, que desde joven, tomó los hábitos sacerdotales y siempre permanecía lejos por mandato de la Curia; cada vez que podía, visitaba la casa paterna. Daba consejos a los antiguos amigos descarriados, oficiaba misa a los vecinos del hogar, reprendía a las mujeres por el modo impuro de vestir y algunas tardes, jugaba al fútbol en la cancha Camilo Torres con compañeros del colegio San Luis.
Por el tiempo de Semana Santa y sabiendo el comportamiento de su hermano menor, empezó una rutina diaria de subir a un monte cercano con él, para tratar de enderezarlo y con la Biblia en la mano le hacía prédicas para hacerlo reflexionar, tomara el camino correcto para llegar a Dios. Lunes, martes, miércoles, fueron copados en largas tardes de oración, reprimendas, versículos y al jueves…El Bohemio, estaba dándole vueltas al parque en un círculo vicioso, sin contestar los saludos de los amigos, a grandes zancadas caminaba por los andenes del atrio, la mirada estaba perdida y no se posaba en un punto fijo.
El kiosco actual de Copacabana.
 Había perdido la razón. La sonrisa que lo acompañaba en la faz bonachona, se convirtió en un rostro duro e inexpresivo u otras oportunidades, se le veía, como si lo que deseara fuera romper en llanto. Los que fuimos sus amigos, sentíamos en el alma, el cambio brusco a lo que lo llevó el hermano cura irresponsablemente, que le introdujo en la mente a un dios castigador y vengativo, cuando Dios es amor y comprensión.
La siquiatría lo trajo de nuevo a la realidad sin quedar secuelas y Celia Cruz con su: “Sopita en Botella”, le hizo ver que era el mejor bohemio entre los amigos que lo amamos. 


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