MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 30 de abril de 2014

LA NATURALEZA ES UN ENCANTO


Semana Santa en Medellín
Ese amor por el ambiente hermoso que nos rodea, no nace así de manera casual. Los pasos escolares se iban dando empujados por maestros que enseñaban con dedicación y con mucho cariño, amar la “esencia y propiedad de cada ser”. La naturaleza. Ese conjunto de cosas que componen el universo; que dé a una, sin egoísmo, va entregando encantos sin recato para hacer feliz a los asociados del cosmos. No se le ha dado vida a nada que no necesite de otra. Es un eslabón gigante. Antes de nacer, estaba el amasijo imborrable de la genética, que en el caso, provenía de lo más alto de las montañas. El campesino es engendrado en la cuna de la tierra; lleva su olor impregnado en las entrañas y en cada una de las cavidades más íntimas. Es el fruto de la libertad, la belleza del paisaje, la nobleza y el respeto.
Entonces, de aquello aprendido y adquirido ancestralmente, es en lo que se recrea el alma, que sufre por la degradación del hombre que incólume revienta el anillo sagrado de la creación. La destrucción se palpa y los lamentos ingresan al infierno de Dante.
El sol quemante de la mañana que penetra solapadamente, por un ángulo del tejado, hace reflexionar. Detrás de la tapia divisoria, se encuentra el árbol de guayabo que presta dadivosamente las ramas para el anidar de las aves; refugio para los pichones inocentes, alar para el trinar y sus frutos empachados de nutrientes para aquellos que pasan en bandadas migratorias. Sus hojas han ido perdiendo el verdor y el fruto sus excelencias, motivo del alejamiento de los constantes visitantes y angustia de quienes son los observadores pasivos de un espectáculo gratuito que brinda la naturaleza, hecha para deparar bienestar y paz. De las mañanas…, se van escapando la armonía de los trinos de los pájaros, que igual que música de una sinfónica, llegan cual poema a los oídos aún adormecidos. Sólo se escucha el canto de alguna ave, que se escapó de la prisión de una jaula, e incauta, empieza el recorrido por un paisaje lúgubre y horriblemente triste.


Venta de chorizos en Santa Elena
El alba que le brindaba diariamente aquel banquete de encantos musicales, se ha ido transformando en desolación, aflicción extrema que hace cruel el tiempo de la vejez. La brisa fresca que hacía danzar en coqueteos las verdes ramas, se siente incapaz de hacerlo con los chamizos y cambia de ruta para darle paso a los ventarrones presagio de tragedias. El café matutino saboreado alegremente, se hace hoy, en silencio.


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