Al amparo de la naturaleza
Al hacer un balance del
ya largo recorrido de la vida, con cabeza fría, se encuentra con la sorpresa de
que son mucho más, los buenos intervalos acaecidos, que los oscuros tenidos que
soportar. Pero es una bárbara costumbre, que en la memoria, se instalen a sus
anchas las angustias; las sacamos a cada instante a desempolvar, crueldad que
nos apropiamos para azotar el sosiego, la tranquilidad y la paz. En las
escapadas por el túnel del tiempo, es bueno aterrizar la nave sobre los
instantes apacibles disfrutados y descender las escalinatas una a una,
desprovisto de temores, para que el disfrute no sea empañado por aflicción
perturbadora, que conturbe la estadía quimérica sobre el pasado vivido. Al
echar la mirada anhelante, se podrá ir viendo con claridad los retozos de Mirto
el perro obediente, comprensivo y compañero de travesuras; se podrán ver caer
los frutos desde la copa de los árboles, en las tardes de arreboles y escuchar
los gritos de los dueños del predio, instigando al desalojo, se sentirá el
jadeo de los imberbes tras la huida; se volverá a escuchar en el paseo
recordatorio la voz pausada llena de alegorías de don Jesús Tapias, el maestro
insigne, que dejó la huella de la honorabilidad tatuada en el alma.
Se encuentran en el
delicioso recorrido, voces amigas que salen al paso a darte la bienvenida,
pronunciando palabras cariñosas, mostrando que no te han olvidado.
Armado hasta los dientes
Sabes que no puedes
retornar, sin antes de rastrear las huellas dejadas en el hogar que te brindó
cobijo. Al abrir el portón, un aire fresco que se quedó dormitando sobre el
mullido espacio, invita a seguir. El jardín cultivado por las manos amorosas
del patriarca, aún despiden fragancia y alguna que otra lagartija retoza sobre
las flores; se siente el aroma del café proveniente de la cocina que unas manos
tiernas, te darán de beber, añadiendo un te quiero. Quieres suspender el
tiempo, permanecer allí por siempre. El histórico reloj colgado en la pared ha
dado la última campanada sonora. Debes regresar.
Que bello escrito, muy nostálgico.
ResponderEliminarGracias José, es que a veces el recuerdo nos empuja.
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