MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 29 de mayo de 2019

ERAN LOS QUE SIEMPRE GANABAN


PARQUE DE COPACABANA 1954

Cuando la tranquilidad rondaba por el parque, la capilla de San Francisco, los charcos de la quebrada, al sonar de la sirena de Imusa, las escuelas, el colegio San Luis, en los hogares y en la mentalidad cada uno de los habitantes de la tres veces centenaria, la Fundadora de Pueblos; de esa vieja histórica y querida Copacabana, los veinte de julio, era la cosa más ‘galleta’, entretenida, colmada hasta de deportes. Había de todo, hasta el tahúr aparecía con llamativas formas de hacer plata sin notar el tumbis. Los escueleros buscando en las vegas del río varas de caña brava para construir las hermosas antorchas, los de la “banda de guerra” del Alma Mater, poniendo en forma los elegantes uniformes y limpieza de instrumentos; los músicos de la banda Santa Cecilia alistando atriles y papeles con notas, en que abundaban los bambucos y pasillos fiesteros, alegría de los de ruana, los niños y cachacos del pueblo. A nadie le importaba las efemérides, la felicidad la traían dos espectáculos: La llegada del fuego olímpico y la competencia de ciclismo.
Había llegado al Sitio una familia de apellido Arcila y que se instalaron cerca de la casa de doña Concha Acosta, uno de los retoños era de buen biotipo, le habían colocado el remoquete del Pastuso; ese muchachote empezó a montar en cicla y para aquel 20 de julio se inscribió para competir en la doble a Barbosa; pues mis queridos, llegó a la meta empantanado, sudoroso, pero con un buen tiempo de ventaja a los demás competidores. Por varios años siempre llegaba de puntero, era el Ramón Hoyos de la localidad, pero cómo no hay fecha que no se cumpla, bobo que no sea avispado, perro que no muerda y beso que no haga estragos, le apareció el espanto de minas Anchas. Alto, extrovertido y lleno de ambiciones, Horacio Monsalve (bombón), brincó a la palestra. Aquel día de celebración patria, arrancó la competencia. Había competidores con bicicleta de farola delantera, parrilla y hasta retrovisores; mientras se esperaba el regreso de la competitividad, el kiosco permanecía atiborrado de clientela, bellas damitas unían los pitillos para saber sí el pretendiente la amaba. Desde las cantinas Margarita Cueto y Juan Arvizu hacían que el aguardiente hiciera efecto. La voz de un niño que gritaba: Ya vienen…puso alerta a los espectadores. Al frente las figuras del Pastuso y Bombón, en un descuido Horacio tomó ventaja y pasó de primero la menta; hasta ahí, duró la hegemonía, predominio y supremacía del antiguo  campeón. 
Alberto.       

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