MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL PELIGRO DE LA INGRATITUD.



Cementerio de Copacabana.
..."Quien quiere hacer algo encuentra un medio, quien no quiere hacer nada encuentra una excusa" (Proverbio Árabe)

La calma estaba sembrada en todo los rincones del pueblo. Desde las montañas guardianas, se deslizaba la brisa pasando por encima de árboles y cultivos de los campesinos que con azadón en mano cultivaban alimento y paz.

A uno de los barrios un día cualquiera apareció un hombre que había emigrado de su tierra natal. Un ser bueno, imaginó lo difícil de la situación del extraño y le abrió la puertas del hogar conformado por la esposa y tres pequeños hijos. Le brindó cama para descansar, alimento para mitigar el hambre y por sí fuera poco, hizo qué en la empresa donde él trabajaba, lo acogieran. Las cosas marchaban de forma normal por algún tiempo. Cualquier día el extraño, empezó a aprovechar la ausencia del dueño de la casa, para galantear a la esposa; ella una mujer digna y fiel, evadía los requiebros del intruso, más, éste insistía. No sabía qué hacer. ¿Callar? Eso haría qué las cosas se acrecentaran y el hombre pensara, que ella, silenciosamente aprobaba. No. Se lo tenía que contar a su amado esposo. Así lo hizo.


Foto: Monografía de Copacabana.
El samaritano le dijo aquel ingrato que debía marcharse de su hogar a la menor brevedad. Desde ese momento el emigrante, inició la manera de vengarse. El día del Corpus Cristi venía atareado con un bulto de comida para la familia, cuando desde un matorral le salió aquel a quien él, le había brindado ayuda; de machete en mano, lo agredió de forma mortal; en el suelo gravemente herido y casi ya sin fuerzas, alcanzó desde el cinto a sacar su revolver, le apuntó a la cabeza y disparó dando en el blanco. Con un hilillo de sangre que brotaba de la frente, caminó unos pasos, cayendo muerto sobre el cuerpo inerte del que con amor, fuera su anfitrión en los momentos de soledad. ¡No es un invento; fue la realidad!

Un próspero año 2012 para todos los que de cualquier lugar del mundo han puesto sus ojos en éstas líneas.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

HA...MARÍA (?)



Foto aérea de Copacabana.
"Las arrugas de tu cara es la historia de bondad escrita en fino pergamino". (?)

La Azulita, una cinta de carretera y camino transitado por personas que tenían sus casas aferradas a la montaña; eran a la vez un condominio de personas ligadas por la familiaridad.

Está situada detrás del cementerio a pocas cuadras del centro del pueblo. Por algún motivo ancestral, sus ocupantes, cada ocho días desde el viernes, se dejaban arrastrar por los placeres del dios Baco. Amantes a la música bailable. Formaban en uno de los hogares de un momento a otro, un encuentro de parejas que danzaban al compás del disco que giraba como loco en el tocadisco. Aparecía llevado por los hombres, botellas de licor que se iba ingiriendo ávidamente. Alzaban la copa para brindar por los dueños de la casa o por la pareja qué en el centro de la pieza, demostraba las mejores habilidades. Se escuchaban a varias cuadras a la redonda los gritos de alegría mientras se encontraban eufóricos, aún no se había llegado a la etapa del león; que es, cuando los etílicos, nublan la mente. Se pasa del jolgorio a la ira, odio y valentonada. Aquel qué no quería bailar por timidez, se convierte en el pirata Morgan.



Foto: Monografía de Copacabana.
Mujeres y hombres bebían por igual. Las parejas danzantes eran pocas en el salón; se constituían pequeños grupos en la cocina, la sala y las afueras. Se escuchaban voces altisonantes y un grito amenazante. Entre los contertulios se movía como pez en el agua, una pequeña mujer de trapo blanco que ceñía la cabeza a manera de turbante; tez morena y brillante; pies desnudos, ágiles y seguros. Con los rayos del sol relumbraban las peinillas (machete) en manos de un varón, que atrevido, se le enfrentó a la singular dama ¡Comenzaba el zafarrancho! Ésto es para qué aprendas malparido a respetar las mujeres. La afilada hoja del arma pasó cerca de la cabeza cercenando parte de la oreja; chorros de sangre mezclados con olor a licor, carreras en llevar al herido hasta la botica Nueva para que el doctor Correa estancara la hemorragia y...en el lugar de los hechos, la policía sin poder entrar. Mariíta se había atrincherado.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

SE LE FUE LA "PATA" AL VIEJO.





Foto: de Internet.
El viejo, qué para el caso, es el padre. Era orgulloso del ancestro campesino de donde provenía y como tal un hombre bueno, recto, cumplidor de las obligaciones, amante hasta el delirio de la familia y religioso, sin llegar al fanatismo.



En una temporada de diciembre, después de recibir el sueldo y la prima de navidad de su jubilación y de haber comprado los regalos acostumbrados para el hogar, entre los que venían secretamente escondidos los "traídos del Niño Dios", costumbre arraigada por éstos contornos; tomó camino al pueblo a reclamar a don Ramón, el carnicero, el encargo qué le había hecho desde meses atrás. Al verlo llegar los dos hijos salieron al encuentro, acción sagrada, pero se sorprendieron al verlo atareado con un bulto sobre su hombro que le aplastaba el ala del sombrero y por donde manaban unas pequeñas gotas de sangre. Cómo pudo el viejo descargó en el patio interior, cerca de la cocina, aquella incógnita para la madre y los hijos.




Foto: de Internet.
Sudoroso todavía, empezó a desamarrar. Los ojos del grupo se empezaron a desorbitar. Iba sacando como un prestidigitador toda clase de víceras del chancho, que había sido sacrificado para la alimentación de los habitantes del pueblo y qué el viejo compró cómo sí tuviera un negocio y no un pequeño hogar de cuatro personas.


Foto: de Internet.
Se llamó a doña Felisa, vecina que tenía alguna experiencia en esos menesteres. Todos ayudaban a rellenar tripas, a picar cebolla, tomates y ají para hacer chorizos y morcilla. Aquello era la hecatombe. El olor penetró hasta la paredes; por toda la casa, no se veía sino tripas rellenas colgadas en todas partes. ¿Quién podría comer todo y en cuánto tiempo? La solución salomónica del buen e inexperto padre qué, comprendió un poco tarde el error, fue: "repartan a todos los vecinos para que disfruten" ¡Diciembre, no existe si no uno en todo el año!











miércoles, 7 de diciembre de 2011

UN DICIEMBRE DE LA ÉPOCA.



Foto: de Internet.
El chisme es el idioma del envidioso. (AMV)

Por aquel morro de majestad, guardián del pueblo, se veía salir en resplandor el astro rey. El cielo había mandado a pasear a las nubes para que permitiera a los moradores ver el azul de qué estaba revestido. Era muy temprano y a pesar de ello, cruzaban por el espacio globos multicolores que asustaban a las aves que revoloteaban por la inmensidad del contorno. Los que lo habían inflado por la candileja soplándolo con la tapa de la olla, esos que prendieron la mecha y al verlo con fuerza, lanzaron al infinito, madrugaron para qué en el cielo empujado por el viento se fuera volando a decir, que estábamos en el mes de la alegría, mes qué debe ser todo el año. El corazón vuelve a su estado natural. Olvida el rencor, es dadivoso, comprensivo y perdonador.


Foto: de un amigo.
La pobreza no era óbice para que de cada hogar saliera humo embriagando de olores que abrían el apetito al transeúnte furtivo. Se veía por los solares, en frente de las casas, en la basura y por los lugares más disímiles plumas de aves de corral. Se llevaba al fogón encendido, la gallina que todo el año había brindado sus huevos y ya clueca, engordaron para esa ocasión. Los gamonales en sus propiedades lujosas, no podían apagar el chillido del cerdo, que un baquiano iba tasajeando de la misma manera que un cirujano. En el solar, sobre tres piedras, estaba acomodada la paila con manteca hirviendo a donde iban a parar pedazos de carne o los desperdicios, qué a decir verdad, tienen mejor gusto. Los pobres y las aves de corto vuelo; los acaudalados y sus marranos, hacían llegar a sus vecinos porciones brindadas con mucho amor. De pronto, en medio de la humareda, una voz de niño gritaba: ¡Va a caer! Sí. En cualquiera de los patios, hacía su entrada el globo multicolor ya sin fuerza, que escogió el lugar para descansar lleno de hollín y de nostalgia.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

PRINCIPIO TIENEN LAS COSAS...



Foto: Luis Fernando Mejía."No hay más muertos que los llevados dentro por los vivos" (Pío Baroja)

Se llegaba de la escuela al colegio San Luis, aún con el olor a santidad, pues éramos niños instruídos en el temor de Dios por los anteriores maestros, que nos advertían en el aula, el pecado de la lujuria. Al entrar al Alma Mater de Copacabana y encontrar que en los grupos superiores, se hallaban estudiantes casi hombres, nos inspiró angustia. Muchos poseían bigotes iguales a los de Bienvenido Granda; voz enronquecida y metro con ochenta de estatura y, algo más. En el patio de recreo junto al palo de mango, donde fumaban cigarrillo a escondidas, se reunían a contar aventuras de pasados encuentros carnales con alguien qué ellos llamaban "la vieja". A nosotros los recién llegados, se nos creo la curiosidad de conocer a la damisela que les había quitado la inocencia.


Foto: Alex Pérez.Siempre qué contaban sus historias amorosas, entraban en carcajadas al decir qué cambiaban el placer, por medio litro de leche, pues nuestra cortesana, era mujer de escasos recursos ecónomicos y con abundante prole, y...llegó la noche en que uno de nuestros condiscípulos avezado en la aventura, fue llevando al grupo primíparo por callejuelas iluminadas por la luna llena hasta el frente de la humilde casa. Tres golpes en la puerta desvencijada; una "señora" de más de cincuenta años, sale; Pálida, patizamba, que con voz desabrida, dijo: "de a uno, mis niños". Se escucha un tropel de hombres que corrían. ¡Es la autoridad! El grupo se desintegró en menos que se persigna un cura ñato; sólo quedó por el lugar, una mancha blanca dejada por la leche derramada.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

RADIO COPACABANA.





Montaje: ALMEVÉ.
Fracaso: no significa que hemos perdido nuestra vida: significa que tenemos buenas razones para empezar de nuevo.



Por la época de la década de 1950 al 60 a dos visionarios se les metió llevar las ondas radioelétricas al Sitio de la Tasajera (antiguo nombre de Copacabana). General Tobón y Alberto Giraldo, hombres cívicos y con visión al futuro, iniciaron la ardua lucha por conectar a sus habitantes con una emisora propia que llevara cultura, entretenimiento y crear conciencia de amor al terruño. Nació Radio Copacabana en los 1560 kilociclos del dial. General, era antiguo radio aficionado y tenía conocimientos en la creación de equipos, los mismos que sirvieron para dar inicio a la primera transmisión y Alberto, apasionado por la cultura, el civismo y las buenas costumbres en su tierra natal. Era poco el alcance que en principio tenía; pero con el correr del tiempo, todo iba mejorando y los parroquianos empezaron a tomarle cariño a la insipiente emisora. ¿Qué necesitaba para mejorar? A alguien qué escribiera libretos, hiciera montajes, le diera organización. Apareció Miguel Cuenca. Los tres se entregaron con dedicación y amor a la primípara que ya se escuchaba en muchos hogares llevados por la música antigua y el Rosario, transmitido desde el templo de Nuestra Señora de la Asunción la patrona.




Montaje: almevé
Algunos jóvenes los fue tentando la curiosidad y se hicieron partícipes en el elenco de planta. Llevaron otro tipo de música, aportaron temas de envergadura y su vocalización y estilo eran diferentes. Las cosas fueron cambiando y la audiencia lo mismo.

Un día Miguel, incorporó un grupo de personas de ambos sexos y nació el grupo de teatro. Por las hertzianas se escuchaban cuentos de Tomás Carrasquilla adaptados para la radio por Miguel Ángel o de otros cuentistas costumbristas antioqueños, lo que creó en las gentes admiración y respeto, a la vez que unía a las familias en torno al receptor de tubos; sentados en la comodidad de la sala con muebles Luis XV, con plato de fríjoles en una mano y en la otra ya casi llegando a la boca, un chicharrón de varias patas.










miércoles, 16 de noviembre de 2011

EL VIEJO CABALLO.



Foto: Monografía de Copacabana.
"Fracaso no significa que somos inferiores: significa que no somos perfectos.

Siempre que iban al cine al Teatro Gloria, lo hacían juntos los buenos amigos. Cualquier noche vieron estacionado a un viejo caballo de color barro de ese mismo que él pisaba días enteros en el tejar de los Zapatas para ganarse manojo de hierba y porción de melaza. Cuando sus dueños empezaban la quema de ladrillo y teja, lo soltaban, para que la libertad la disfrutara a sus anchas. Era humilde, lo que lo hacía un ser pasivo y de ningún peligro para la monta. Eso lo comprendieron y enjaezaron con la correa de uno de ellos al animal y de un solo brinco se montaron en el lomo pelao. Quieto se quedó Pinto (así lo bautizaron recordando el caballo de Zorro, compañero de aventuras del Enmascarado de Plata). Aquella noche llegaron montados en la dócil cabalgadura hasta sus hogares. Ésta escena se repitió por mucho tiempo.


Foto: Monografía de Copacabana.
Aquella noche, sólo había ido al teatro y camino a su casa notó la presencia de pinto a la vera del camino. Se aflojó la correa y la puso como de costumbre en el cuello; brincó y se acomodó en el lomo. El caballo no salió al trote igual que siempre; emprendió veloz carrera por la carretera. Asustado y lleno de pánico, se le colgó del pescuezo e hizo que detuviera la marcha un poco, logrando tirarse a la orilla mientras el jamelgo, corría y se perdía en las tinieblas llevándose su correa engarzada en el cuello. Sentado sobre una piedra y aún tiritando de miedo, se dio cuenta que se había equivocado de cabalgadura.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

UN MAESTRO DE VERDAD.






Foto: Monografía de Copacabana.
Fracaso, no significa que no hemos logrado nada; significa que hemos aprendido algo.


¿Cómo hace uno para no amar aquello qué lo marcó para siempre?



En la paz conventual del pueblo sobresalía la algarabía de los niños al entrar y salir de la majestuosa escuela Urbana de Niños. Un lugar amable, amplio y acogedor, en la que se aprendieron las primeras letras y se socializó. Aulas anchas de techos elevados, puertas y ventanas que sobre pasaban la imaginación para dejarla volar. Corredores engalanados de verdes matas con policromía y colgantes helechos.




Foto: Monografía de Copacabana.
Al lado sur occidental, estaba siempre el año cuarto, del que siempre fue su maestro don Jesús Tapias. Un hombre exquisito en el vestir, el hablar, en su corrección y dedicación en la bella profesión de formar hombres para el futuro. Al tocar la campana para hacer la fila, cada grupo iba entrando al salón en completo orden. El mayor recuerdo de aquel institutor, queda plasmado en sus frases. Cuando llamaba a sus educandos para que le dieran la tarea y ninguno la sabía, él, subiéndose con los codos la pretina de la correa, decía: "Ésta molienda, es con yeguas amarillas". O, aquella, cuando explicaba una materia y preguntaba: "¿Todos entendieron? Miraba por debajo de los limpios cristales de las gafas y al vernos todos sentados haciendo movimientos de aceptación con la cabeza, exclamaba: "Sepulcros blanqueados". Pero la que nos ponía el corazón arrugado, era aquella sentencia que nos enrostraba, cuando se iba terminando el año y veía que eramos muchos los qué no marchábamos bien. Pasaba la mirada por los pupitres, la detenía un poco en el rostro de quienes sabía qué andaban mal y con la tiza en una mano y en la otra el borrador del tablero, la lanzaba con cierta sorna: "El día de la quema, se verá el humo"; nos daba la espalda para continuar escribiendo en el amplio y negro tablero la tarea para el día siguiente...



























miércoles, 2 de noviembre de 2011

PEPE...




Foto: AMV.
"Condecoración: una medallita que le cuelgan a uno para cambiarlo de puesto. (Alfonso Giraldo).




Las aves trinaban por entre las arboledas. La cordillera se veía azul desde la distancia. El agua de la quebrada bajaba desde la cima dándose golpes entre las piedras formando charcos para el deleite de los niños y desde los guayabales caían a su cauce frutos maduros que eran empujados por la corriente hasta el río. Desde el campanario se escuchaba el repique sonoro invitando a la feligresía a los oficios religiosos; damas vestidas de negro con su pañolón cubriendo la cabeza; hombres ataviados con sus mejores prendas y jóvenes respetuosos colmaban las naves del templo.





Foto: AMV.
Don "Rafa", el tendero, le dijo al mayor de los hijos: "Cuídalo porqué aún está pequeño, no ha sido destetado". Salieron rumbo al hogar con quien haría parte desde ahora de la familia. Sí. A ellos les habían enseñado desde pequeños, que se tenía que respetar la naturaleza y que los animales eran seres que merecían amor y respeto. El gatito crecía vertiginosamente y pronto se convirtió en la admiración de vecinos y transeúntes que pasaban ocasionalmente por frente a la ventana, en donde él, placidamente dormía. No era un ángel. De vez en cuando, se le escuchaba por las noches el maullido característico de un macho en celo y el chillido después de la consumación del acto sobre el tejado. Pepe, un día desapareció. El niño de la casa, lloraba y buscaba. Otro día sin su gato, el que lo enredaba con su cola para decirle que ahí estaba para que le diera una migaja de su comida. Se amaban. Por la parte de atrás en un lote vacío percibió un montículo de piedras. Aquello lo extrañó. Fue retirando una por una. Sí, ahí estaba su hermoso animal con la cabeza destrozada por los perdigones que un grupo de desadaptados había utilizado cómo tiro al blanco. El llanto se hizo inconsolable, mientras balbuceaba palabras de odio.

miércoles, 26 de octubre de 2011

UN JOVEN PELIGROSO.


Foto: Monografía de Copacabana.
No temas a la vejez, es acercarnos más a Dios.

Era el hermano mayor y no gustaba de la violencia. Nacido en un hogar bien constituido, con normas, respeto y amor. Al llegar de Rionegro al nuevo pueblo, se encontró desadaptado en un ambiente hostil. Era el hazmerreir de los compañeritos de la escuela por la vestimenta en la que sobresalían los zapatos, camisas estampadas, medias de lana hasta casi las rodillas (venía de tierra fría), pantalón corto sostenido por cargaderas; se le veía impecable. Al parecer aquella presentación no gustó o creo envidia en los condiscípulos de la Escuela Urbana de Varones. En cualquier comunidad no ha de faltar el bravucón que con patanería, crea miedo en los demás, qué por ello, se forma un grupo de seguidores intimidados que lo acolitan en todas las travesuras.


Foto: Monografía de Copacabana.
Cualquier día sin motivo, al salir de las aulas, Josué, el guapetón de la unidad educativa, lo fue encerrando con sus compinches en lo que se llamaba el "predio", que no era otra cosa, que el patio de recreo para los mayores. Hicieron un círculo encerrándolo para que Josué algo mayor, empezara a hacer un festín sobre una presa inerme, que no conocía de peleas y sí mucho de cariño de la familia. La agresividad era tal, que lanzaba mordiscos en los brazos y...con sus manos apretaba los testículos de la víctima, que poco a poco fue desvaneciéndose ante la mirada de los secuaces y del rector de la escuela, que escondido detrás de una de las inmensas ventanas seguía el acontecimiento sin hacer nada para evitarlo. Horriblemente afectado por la crueldad, partió para su casa y fue un niño más, que perdió el rumbo que lo podría haber llevado hacer un hombre profesional. Eso hizo que abandonara el pueblo, para refugiarse en casa de las tías en la ciudad capital.

miércoles, 19 de octubre de 2011

SUEÑO DE NOSTALGIA.




Foto: Carlos Múnera.
"Al escribir queda uno vivo aunque muera". (Manuel Mejía Vallejo)




Estaba distraído cuando de pronto escuchó en la emisora al locutor decir: "A continuación escucharán una bella melodía viejita para los que aún tienen corazón, en la voz de Margarita Cueto". Se sentó placidamente; a medida que avanzaba el disco, empezó a dejarse transportar por la imaginación. Vio en forma clara las calles aseadas qué tanto recorrió en sus travesuras; detenía la mirada en aquellas casas amplias de puertas y ventanas abiertas como el corazón de los moradores para todo aquel que llegara; veía a familias unidas entrar al templo con devoción y respeto. No podía dejar de derramar una lágrima, cuando a su recuerdo, le llegó el aire fresco de domingo revoloteando libremente por la blancura de los toldos del mercado y observó claramente un lugar que incitaba sus sentidos de mozuelo; allí debajo del palo de mango, estaba la viejecilla con su galería de dulces: Velitas de las llamadas "tirudas" o las quebradizas, panelitas de coco, confites de diferentes colores y tamaños encerrados dentro de frascos boquianchos para evitar la visita inoportuna de moscos o de alguna hormiga dulcera que desacreditara sus productos. ¿Cómo olvidar aquello del "casao" de velita con tajada de coco? Linda la anciana en la pulcritud de su vestimenta y bella su sonrisa.



Foto: Monografía de Copacabana.
Esa música que ahora escuchaba y que los medios de comunicación han olvidado ya casi por completo, lo hizo pasar en la añoranza, de cantina en cantina del viejo poblado, cuando repletas de campesinos rezumbaba en el aire juguetón y la transportaba por el pentágrama de tejados requemados por el tiempo y de aquella nota alta que se deslizaba por la palmera símbolo natural del Sitio o bajaba lentamente por las escaleras internas de la esbelta torre de la iglesia, para enredarse pacíficamente entre sus hidalgos habitantes.

miércoles, 12 de octubre de 2011

CUANDO TALLAN LOS RECUERDOS.



Foto: de Internet.
"Las personas que hacen poco ruido son peligrosas" (La Fontaine)


La tía había acordado con las directivas de la empresa para hacerse a una bicicleta importada de Inglaterra, la iría pagando por cuotas. Ella le daría la sorpresa al sobrino amado. Y así fue. Un sábado llegó montada en un automóvil con su rostro adusto, desde la ciudad; entre ella y el chofer, desde la cajuela sacaron a relucir la bicicleta de marca Coventry. Farola frontal con su dinamo en la llanta trasera, parrilla para cargar algo o sacar a pasear a una persona ya fuera familiar o a un amigo. El que llegó a ser su dueño, se atravesaba las calles del pueblo chicaneando de su lujoso bípedo aparato, escaso en el poblado por aquellas calendas.


Foto: AMV.
Nuestro hombre se desfilaba feliz por las carreteras llegando con su pedaleo hasta pueblos cercanos, se sentía que nadie era más que él. Pero, cuando él salía de visita a la casa de las tías y pasaba con ellas unos días, el hermano pequeño por encima de la prohibición de la madre, sacaba en compañía de los amiguitos la bicicleta para aprender a montar. Caídas, chichones en la frente remediados con limón y sal, raspaduras en las rodillas, roturas de pantalones, engrasadas de los mismos, hasta que de pronto él y la condenada salieron rodando tal como lo ejecutaba el hermano mayor. Así mismo fueron aprendiendo los compañeros del barrio, qué solo esperaban que el dueño se apartara de la casa para salir a montar. Eran instantes tan agradables qué aún caminan escondidos en los recuerdos, de la misma forma en que se hacían por aquellas épocas en qué la madre jamás contó a su hijo mayor las travesuras del menor con la bicicleta Coventry, regalada por una tía que tuvo amor, a uno solo de sus sobrinos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

OTRO RECUERDO...



Foto: AMV.
"Ningún hombre sabio ha querido nunca ser más joven" (Jonathnan Swift)

Hace largos años en la conmemoración de la Semana Santa en el Sitio de la Tasajera (antiguo nombre de Copacabana), los habitantes se entregaban de lleno a los oficios religiosos que se llevaban a cabo en el templo de Nuestra Señora de la Asunción. El niño observaba con extrañeza que después del miércoles todos los santos que engalanaban el templo eran tapados con un tela morada, siempre le impresiono esa costumbre religiosa y algo de miedo había en ello. Le gustaba sí, que desde ese mismo día, ya no sonaban las vibrantes campanas allá en la elevada torre; se cambiaba por la matraca que llamaba a la feligresía con notas apagadas en las manos del viejo y obeso sacristán Marcos, a quien todos por el caminar arrastrado, le decían "chencha", sobrenombre adquirido de aquel disco que estuvo de moda: "canina como chencha..." La chiquillería rodeaba aquel anciano con el fin de que el viejo gruñón les prestara por un momento el aparato para hacerlo sonar antes del sermón de las siete palabras. Todo iba bien, hasta qué por la puerta principal, aparecía la figura rectilínea del padre Sanín y nos hacía abandonar el instante, que para nosotros no tenía nada de religioso y sí mucho de juego; pero lo peor, era cuando llegaban los fogoneros ( ayudantes de los carros de escalera), ellos, nos arrebataban el instrumento tirándonos al suelo.


Foto: AMV.
Las cantinas del marco de la plaza en aquellos días santos, estaban llenas de gente libando licor, especialmente campesinos llegados de las veredas, que de sombrero, ruana, carriel y peinilla, llenaban las mesas de envases de cerveza o se pavoneaban por las puertas de botella en mano, para que su amor que se encontraba en las bancas del parque los vieran.

Cañitas, personaje típico, aprovechaba para pedir a los contertulios de las cantinas, café con leche y pan, diciéndole al elegido: "tan lindo éste maldito culicagao". Él se fue con su saco inmenso (era más grande el muerto) lleno de panes, a vivir sobre las nubes.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

¿POR QUÉ?


Foto: AMV.



"Los viejos dan buenos consejos porque ya no pueden dar malos ejemplos". (?)



Uno ve con tristeza el desaparecer de los periódicos, la radio y en las conversaciones normales de la gente, palabras que años atrás eran tan comunes; quedan rotuladas como arcaísmos. El leer, se ha convertido en algo dificultoso. Los escritos está llenos de abreviaturas, siglas y tantos otros recortes, qué el que no tenga un diccionario especializado en el tema, se queda -mamando-; claro está, que los mayores perjudicados son los viejos, ellos no han entrado en la moda de Chévere, continúan usando palabras castizas con las que nacieron y los maestros los educaron. Existen tantas preguntas en el socavón del cerebro que sólo sirven para acrecentar el dolor del tiempo pasado. Oír hablar a los jóvenes, es quedar perdido, no sé es capaz de entenderlos, pareciera que se está en otro país con diferente lengua a la de Cervantes.







Foto: AMV.




¿Por qué ya ni los vientos son iguales? En las montañas, valles, pueblos y ciudades pasaba acariciando la suave brisa los rostros de los niños y los ancianos absorbían el aroma de flores que traía desde las cordilleras; a cada cuadra, cambiaba de olor lo mismo que de frescura, era como sí quisiera darle gusto a todos.




Se han perdido las muñecas de las niñas, yacen inertes y empolvadas en el rincón más olvidado. ¿Eso para qué? ¡Ya son -madres-¡ El hijo no recibe la caricia tierna, se cambió por el golpe de lo indeseado y la frustración.




Caos, caos y...más caos. ¿Sí vamos evolucionando tal como lo gritan los que tienen la sartén por el mango? ¿O serán embustes con los que se quiere tapar la involución que nos está llevando de nuevo a la edad de los cavernícolas?




El poeta de la raza como se le conoce a Jorge Robledo Ortiz, dijo en su poema: Si quiera se murieron los abuelos:




(...) Si quiera se murieron los abuelos




creyendo en la blancura de los cisnes.




Hubo una Antioquia de himnos vertícales,




de azadas y clarines.




Un pueblo que veía en las estrellas




dorados espolines. (...)

















miércoles, 21 de septiembre de 2011

DON FORTUNATO.



Foto: AMV.
"la edad se apodera de nosotros por sorpresa, sin sentirla llegar". (Francis Bacon)


En el pueblo no existían panaderías en forma comercial; en algunas casas o tiendas se elaboraba de forma artesanal para el consumo del hogar. Por ejemplo don Zoilo, en su pequeña tienda vendía panes y bizcochos ¡Y qué bizcochos! eran pequeños, tostados y bien horneados, eso hacía que nunca le faltara clientela, sobre todo de niños que con su dentadura fina, hicieran volar al aire pedazos de la harina.

Un buen día, cerca de la fábrica IMUSA, llega una familia compuesta por cuatro personas, padres y dos hijos, venidos del norte del departamento y en su propio hogar le dieran vida a una panadería. Ya le habían puesto nombre: "La Reina". Sí, reina en sabor y variedad de productos. La fragancia se sentía a varias cuadras a la redonda. Cuando se salía de las aulas escolares, al llegar a La Reina, se realizaba una parada para comprar uno de los productos cual era un crocante pastel relleno de arequipe, que se llamaba "encarcelado", no creo que existiera un "preso" tan bueno en muchas leguas a la distancia.



Don Fortunato Muñoz, el dueño de aquella apetitosa mies, era un hombre robusto y de prominente papada, que cuando tenía sus aguardientes encima, cantaba entonado la melodía de Agustín Lara: Granada, en verdad qué lo hacía bien. La panadería se veía a diario llena de personas que compraban los productos para consumir a la hora de los desayunos o en las horas de la tarde en lo que en Antioquia se ha llamado el "algo"; pero la fila inmensa de compradores estaba compuesta por la chiquillería detrás de los endulzados coquetamente y que los dueños amable y diligentemente atendían con sonrisa en los labios, agregándole la frase: ¡Mijo, ahí le eché la encima!














miércoles, 14 de septiembre de 2011

"¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS"?





Foto: Mario Correa.
"Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver. Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer". ( Ruben Darío)



En los pueblos pequeños, todo el mundo se conoce. Desde el primer año de escuela se conforman amistades que perduran en el tiempo. Hay quienes logran encumbrarse y desaparecen del poblado, son carcomidos por la ingratitud hasta tal punto, que niegan el nacimiento en el pequeño villorrio; hay algunos que se cambian de nombre y jamás vuelven a transitar por las calles que los vio recorrer cargados de canicas, de trompo en la mano o jugando perinola en la esquina del hogar, Sacan de la memoria a la niña aquella que a la salida de la escuela le daba miraditas de soslayo que lo hacían enrojecer. Esos son para olvidar. Se habla de los que siempre son amigos en los momentos grandiosos que da la vida o en las bajadas inauditas que esconde la existencia. De aquellos que de cabeza cana, hijos y nietos, te brindan una sonrisa, que te invitan a pasar a la casa y te dicen: viejo cómo estás. Esos mismos que en el ayer recorrían trochas, veredas, qué se encaramaban a los árboles de naranjas y mangos para recoger los apreciados frutos; los que hacían clavados desde las piedras que circundaban la quebrada y salían a la superficie con vanidosa sonrisa; de esos mismos que fueron castigados por los maestros por una falta leve que los sacó de casillas; sí, de aquel que lloró, por no saber la tarea de aritmética y a quien el "educador" le dijo: ¡Burro! Son esos los que se han quedado habitando en el corazón y que no es raro qué en sueños estén presentes y en la realidad se amen.




Foto: AMV.
La lozanía de aquellos años primaverales se ha extinguido. Hoy, prominentes arrugas, cubren el rostro; los cabellos son copos de nieve o escasos; las manos son temblorosas, los ojos hacen esfuerzos para mirar el contorno y los pies se arrastran o necesitan un apoyo extra. ¡Todo ha cambiado! ¡ Se ha llegado a la cúspide de la vida!

En los viejos campanarios de las iglesias se agitan las campanas, el repique triste, es el que invita a los feligreses a acompañar el féretro de alguien que ya cansado, ha dejado de existir, llevándose consigo la experiencia acumulada por tantos años y qué, un minúsculo grupo de amigos le dicen adiós...