MÚSICA COLOMBIANA

ASÍ ESTAREMOS HOY.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

CARAMBA, COMO PASA EL TIEMPO.

El papel puede con todo, no se tocaba el acordeón.

"El corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante y, detrás de cada noche, viene una aurora sonriente (Khalil Gibran)
S
e había llegado de otro municipio y el cambio no hizo traumatismos. Pronto, se ajustaron a la cultura del nuevo. Allí, conocieron los engaños del celuloide, las primeras letras, los maestros que las enseñaron, que quedaron para siempre en el recuerdo; el primer muerto, amores sencillos y la suegra que no pudo disimular el odio. No es el tipo de hombre para mi hija.
Una noche, escuchó estallar la dinamita en la puerta de la tienda donde se compraban los trompos. Era la llegada de la violencia partidista. Una mañana, se encontraba en casa ajena, repitiendo el Credo, el Padre Nuestro, en preparación para la primera comunión; pero aún se cree, que lo único que importaba era la fiesta, los regalos y las tarjetas que hacían llegar las viejecitas solteronas. Conoció amigos y enemigos ganados por ser de otras tierras. Montó en un Ford 1923 de capota de lona del que era dueño Juan bobo. Veía llegar a la casa viandas enviadas por otras familias que querían compartir, costumbre lastimosamente desaparecida. Está en el recuerdo, las visitas que llegaban a eso de las tres de la tarde, con paquete inflado de panes, biscochos, pandequesos, buñuelos, para tomar con chocolate caliente y quesito envuelto en hojas de plátano. Al llegar la tarde, el padre caminaba por el corredor con la camándula, llamando a la familia para dar inicio al Rosario.


La araña en el patio.


En una reunión de juventud amenizada con licor, alguien dijo: ¿cómo seremos cuando lleguemos a los 50 años? A una se escucharon las risas. Jamás, ¡allá nunca llegaremos! Ahora se recorre por los setenta o más. Las cabezas canas, lentos en el caminar y lo peor en el pensar. Con un cúmulo de tristezas al ver los cambios de la época. Muchos universitarios, doctores, especialistas, filósofos, tecnólogos, todos faltos de conciencia y amor al semejante. Nació el ‘yoísmo’, los amores contados en días y los niños abandonados que, el futuro estará esperando, encerrados entre rejas. Y… nadie será culpable.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

CUENTOS DE ESPANTOS.

talla de rostro de indio.

"No hace falta renunciar al pasado al entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es necesario perderlas" (John Cage).

Los antepasados y sobre todos los que descendemos de campesinos, no podremos olvidar las terroríficas narraciones de algún entrometido espanto. Era infaltable la costumbre de cuentos de duendes, brujas y espantos. En los campos, los habitantes del las hermosas casas de chimeneas atizadas con leña, altos techos, corredor de chambrana en el que no podía faltar el tarimón, llamado por ellos, tarima; al llegar la tarde cuando el sol cae por el horizonte y empieza la noche, era el lugar de encuentro de toda la familia envueltos con prendas que amortiguaran el frío. De la voz del abuelo, que acababa de prender el tabaco con el yesquero y con acento pausado iba contando con pelos y señales las peripecias acontecidas cuando él, transitaba con su mula por algún despeñadero de los ariscos caminos, al pasar una quebrada o al atravesar un pequeño monte. Mientras le daba una chupada al tabaco y exhalaba con gracia el humo, contaba: que una noche que iba para la casa montado en su cabalgadura, por el camino mil veces transitado y al llegar a la quebradita, algo raro pasaba. La mula caminaba y caminaba, pero él notaba que no avanzaban; escuchaba en un sembrado de maíz el sonido de fuerte ventarrón, pero las hojas no se movían. Sintió un frío inmenso, cómo de ultratumba, se apeó, sentándose en una piedra cuando ya aclaraba el día, sacó del carriel el crucifijo y hasta ahí llegó el susto, todo regresó a la normalidad. La casa estaba frente a él o sea que pasó la noche a muy poca distancia del hogar.
mulera y perreros de arrieros.


Santiguándose les decía: no hay que creer en brujas, pero que las hay las hay. Los más pequeños quedaban con un miedo espantoso y esa noche, todos dormían con los papás o los hermanos mayores. Lo malo, era que al día siguiente, las cobijas de camas amanecían mojadas.
 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

LA NAVIDAD EN ÉPOCAS PASADAS.

Alumbrado de Copacabana 2012.

"La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días" (Venjamín Franklin)



Era raro aquello de que se salía de la escuela por vacaciones de diciembre y en vez de dormir a pierna suelta –cómo queríamos hacerlo cuando estábamos estudiando-, se despertaba con el primer canto del gallo. Los padres sí que lo deseaban, para recuperar sueños atrasados; sobre todo la madre que le tocaba estar pendiente del último detalle en la presentación: peleas para el baño, limpieza de oídos, planchada de ropa, ponerle botones a la camisa, que jugando los habíamos perdido en la cuneta; cepillada de dientes, vistazo a la maleta y ya bien peinado, la bendición para que nada nos pasara en el transcurrir del día. Pero ese descanso no les llegaba. Con infinita crueldad, nos disponíamos arrancar las travesuras y necesitábamos que nos dieran el desayuno, para lanzarnos al encuentro con la naturaleza. Juego de pelota, bolas, trompos; ir a los charcos de la quebrada a zambullirnos en las limpias aguas. De los radios se escuchaban los villancicos y música parrandera. Al inhalar con fuerza el aire limpio, entraba por la nariz olores de viandas navideñas entre mezcladas; unas veces olía a natilla que se confundía con el de los buñuelos, éstos, eran consumidos por el olor a caldo de gallina que hervía en el fogón acogedor de cada casa, rociado con cilantro y el condimento del amor.
El farol de la paz.

Al no haber grandes construcciones, ni empresas de químicos, ni nada que hiciera ser peligroso el elevamiento de globos, se compraban pliegos de papel para fabricarlos. El cielo se inundaba de multicolores zepelines, ‘cajas’, ‘trompos’, ‘cojines’ y tantos, cómo la imaginación pueda ir creando. Antes de llegar el 16 de diciembre, la familia salía hacia los morros en busca de artefactos para a hacer el pesebre. Se estaba parte del día en ese rebusque. Se cantaba, los chistes brotaban como por encanto; de ese encuentro familiar, se formaron idilios, que muchos llegaron hasta el altar. En esa comunidad, se anticipaba la degustación de los manjares navideños y los mayores se tomaban uno que otro aguardiente, mientras los pequeños no dejaban de hacer pilatunas que muchas veces ponían en riesgos el fogón de piedras atizado con leña del lugar. El globo se elevó y se llevó con él hasta las alturas, la fraternidad y las costumbres.   


miércoles, 5 de diciembre de 2012

SUEÑO EN MINÚSCULA.

La modernidad.

"Una colecció de pensamientos debe ser una farmacia donde se encuentra remedio a todos los males" (Voltaire).


Había salido a recorrer las calles, la tarde lo invitaba. El sol calentaba más de lo acostumbrado y el firmamento azul, sin una nube, no hacía presagiar amagos de tormentas. Cuando recorrió las primeras cuadras, observaba que la gente que camina, la mayoría movía los labios en forma desprevenida, balbuciendo palabras en un monologo tal vez alejado de la realidad. A más caminar, la acción era cada momento de mayor intensidad; algunos no sólo hablaban, sino, que en la faz, se notaba una sonrisa de satisfacción y movimientos de aprobación en la cabeza. Llegó hasta el patio principal de un enorme edificio en que unas bancas puestas para el descanso, le invitaron a sentarse y que mejor lugar, para sacar conclusiones de la actitud que miró en los seres que pasaron a su lado o caminaban adelante, por la acera del frente. En verdad, no era nada raro e inusual. Cuando estaba pequeño muellemente acomodado en la cama, dormido, llegaba hasta él, un amigo que jamás conoció, ni había sido compañero de escuela, pero todas las noches llegaba y se sentaba a la orilla de la cama; iniciaba unas conversaciones tan agradable y le contaba historias que lo llenaron de alegría, era bueno para eso, qué la noche que no llegaba, sentía una tremenda decepción.
Lo que piensa la gente.

La historia, no se quedó ahí. A medida que crecía, seguía con la amistad del amigo secreto. No necesitaba entrar en el trance del sueño. En los momentos de soledad lo llamaba y él, de inmediato se hacía presente, pareciera que estuviera siempre dispuesto a entablar un diálogo, ya no de historias de personajes infantiles, como Caperucita,  o la cenicienta; no, ahora, los diálogos eran de situaciones más confusas. Discernían sobre los cambios traumáticos de la época, de la pérdida de valores de los padres, la manera como las niñas dejaban escapar la virginidad a temprana edad, frustrando un futuro maravilloso. Hablaban desaforadamente en cualquier lugar, a las horas más dispares. Ahora, entendía, él porque, cuando pasaba por la calle, la gente lo miraba y se reían.      




miércoles, 28 de noviembre de 2012

RECORRIENDO EL PASADO.

Nina Vélez 1930.

"El corazón de todos los inviernos vive en una primavera palpitante, y detrás de cada noche, vive una aurora sonriente". (Khalil Gibran)

Puede ser una manía genética o sólo algo inherente con los años, eso de estar haciendo viajes constantemente por el pasado; pero sea lo que fuere, es algo que llena el alma de contento y, algo más, es agradecerle al ayer, todo aquello que nos hizo ser feliz; es cómo desligarnos del mal generacional de la ingratitud. No se puede desechar por ningún motivo, las horas vividas en compañía de los padres, cuando el hogar, aún estaba unido por la vida y la paz de la morada, donde se calentaban los sentimientos al arrullo del ejemplo. Sacar del recuerdo a los institutores, la vieja escuela de tapias, los recreos, las animadas caminadas en estricta formación hasta la cancha de fútbol de La Pedrera, lugar, en que nos desinhibíamos y más de una pilatuna se cometía; cómo aquella, de pegarle en las canillas de los compañeros con ramitas de pringamoza o aquella sorpresa de ver a don Alfonso, maestro de segundo, levantando la tapa del pupitre, para tomarse tragos de aguardiente en plena clase. No se puede omitir el dolor de ver el primer muerto y que éste haya sido un compañerito de la escuela, electrocutado durante un desfile del 20 de julio, cuando tan animado llevaba su antorcha. De la misma manera, quedó para siempre la usurpación de unos cuadros, que nuestra madre amaba y que la maestra de primero, nos pidió para adornar el salón y que jamás regresaron al lugar de origen. 
Máquina de cocer antigua.

Se viene así, sin cronología, los pensamientos más dispares guardados anacrónicamente en la evocación del corazón. En las vieja y derruida capilla de San Francisco, quedó revoloteando aquel primoroso instante, en que a escondidas, se galanteaba a la bella niña de trenzas, adornadas de pequeñas flores y el momento que de sus manos se recibió un pañuelo perfumado -hecho premeditado-, que duró mucho tiempo guardado en el bolsillo de atrás del pantalón y que todas las noches a escondidas, se le depositaba un beso. No se puede pasar el borrador del olvido, el tiempo de las navidades, cuando con la dirección de Margarita Quintero (hermosa voz), subíamos en tiempos de la novena del Niño Dios, al coro de la iglesia y con unos pajaritos de polietileno llenos de agua, acompañábamos el canto de los villancicos; nos sentíamos tan importantes que mirábamos de soslayo a los demás niños, además, estábamos seguros, qué el Divino Redentor, por nuestra 'devoción', nos colmaría de traídos y que no cabrían debajo de la almohada. ¡Bendito ayer! 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

PRIMER VIAJE A LA LUNA.

La noche ha llegado.

"A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota" (Madre Teresa de Calcuta).

Aquel día 16 de julio de 1969, el mundo estaba a la expectativa. La luna siempre fue mirada, como símbolo de romanticismo por los poetas y más si estaba estrellada la noche. En el parnaso se encuentran diseminadas, Bellas poesías que hablan de amor entre el hombre y la mujer bajo la tenue luz del satélite natural de la tierra. Besos apasionados, caricias llameantes de sexualidad, las ha hecho despertar una luna llena, que se apodera de espacio dejado a la partida del sol. Era para la humanidad, una niña mimada que ha llegado a ser emblema del cariño, la ternura y la paz. Era, se dice, porque después de aquel año, la cara mimada del astro, fue perdiendo en la poesía el preponderante lugar en los versos, la rima y los bardos. Se miraba, al igual que a una joven bella aún no violada, que conserva dignamente la castidad, que era, la 'pandemia' de tiempos pasados; hoy, mirada como estigma y ridiculez.




Flores sobre la poesía.

En las ciudades, los televisores y radios estaban encendidos; en las lejanas aldeas y los campos, nada sabían del acontecimiento. En las salas de los hogares las familias se reunían llenos de incredulidad. Nada podía ser cierto. Seguro era un engaño o la reproducción de una película de fantasía, creada por el hombre para atrapar bobos. Cuando menos se pensó, el Apolo 11, fue impulsado por el cohete Saturno V, desde su plataforma a la 10:32 minutos. Subía y subía hasta llegar al lugar predeterminado, que no era otro, que a la placidez noctámbula de los poetas y los amantes. El astro de los enamorados alcanzó a ver un hombre que sin permiso y a la fuerza, venía a violarla. Neil A. Armstrong, como buen humano, sólo buscaba su triunfo personal; no le importó que con sus pies, destrozara su virginidad de Venus y desflorarla, sacándola del parnaso y de las miradas contemplativas de los apasionados, que vieron caer desde el espacio una gota purpurina.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

DESEMPOLVANDO RECUERDOS.

Foto de recuerdos de juventud.

"Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde." (Sir Francis Bacon)

No es peso, el paso de los años, cuando se han disfrutado a cada momento con alegría y, sin odios o rencores que maltratan, al pasar las hojas del calendario. Horrible es encunetarse en un rincón a morder frustraciones que asesinan el alma y destrozan la convivencia. Crueldad es adelantar la decrepitud, con el fin de ganar 'amores', basados en lástima de quienes nos rodean, para usufructuar prebendas; es todo lo contrario del que lucha con dignidad y ama la etapa de su vejez; del que recoge durante horas y días por el camino de la vida, la tan nombrada experiencia, esa misma, que va entregando con amor, a quienes son su prolongación o a cualquiera que se arrime a su lado, en busca de una insinuación, ya que los consejos los dan los sabios. El que ha vivido su caminar, alejado de la envidia, la intriga, odio y la pasión desmedida al dinero, encuentra belleza en la cúspide otoñal, al mirar una foto en que aparece disfrutando de fuerza vital; ríe de los cambios urbanísticos, la transformación personal de los amigos, en especial, a aquella niña hermosa, que en los albores de la juventud le llenaba de romantícismo el corazón y que hoy, se encuentra rodeada de nietos ya no, con incitante negra cabellera, sí, con la blancura de la dignidad. 


Los pasos que no retornaron.

Recordar en los momentos de ocio, alejado de trivial melancolía, es revivir el pasado con amor; fortaleciéndolo y haciendo que éste, alimente el presente, creando un mundo de satisfacción, para recrearse al ver que los que te rodean, están felices de tener un patriarca acomodado muellemente en la silla del recuerdo. Es infinitamente acogedor, mirar retratos amarillados de eras pasadas, en que sonrientes están los padres posando para una 'máquina de retratar' y que se guardan delicadamente en el álbum de la memoria. Por eso y tantas cosas más, es que es bueno rebujar en escaparates tan antañones como uno, a la espera de encontrar cartas apolilladas cruzadas entre el ayer y el hoy; fotos que divagan enjaezadas sobre la cabalgadura del recuerdo, sin el temor de que pronto se apearán al llegar al final del recorrido de la existencia. No se debe temer a la llegada de los años, son tan bellos o más, que una juventud alocada.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

LOS LORITOS DE LA SUERTE.

Masa y máquina de moler.

"Lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece" (Eurípides de Salamina).

El domingo, día de mercado en la mayoría de los pueblos, es ver la plaza principal llena de parroquianos. Bajan de las montañas en grupos familiares, campesinos con bultos al hombro o en las enjalmas de las bestias, para vender sus cosechas, ya sea debajo de un frondoso árbol o, al amparo de la sombra del alero de casa con ventanas 'arrodilladas'.

La gente pueblerina se arremolina junto a los toldos en busca de carne: pierna, muchacho, 'entreverada', gorda, hueso de 'caimán', 'calambombo', posta y de otras tantas, tasajeadas del cuerpo de hermoso novillo o de marrano bajero. pero a los muchachos, que les iba a importar esas bobadas. Ellos, tenían la mirada puesta en el árbol de algarrobo, en que paraban los buses de escalera. Con dificultad hacían su arribo, desde la ciudad capital; vendedores de novenas, Cristo doloridos, mil imágenes de la Virgen, camándulas, piedras de candela; venía de igual forma, el vendedor de 'suspiros', solteritas, paletas de variados sabores y los conos de barquillos. Los fogoneros, ayudaban a bajar la parafernalia, de los juegos de azar ('tumbis') de los logreros para dejar sin centavo a los ambiciosos.
caneca para transportar leche.

Sonaba la sirena del Fargo al hacer la entrada. Sí. Allí llegaba el viejito de sombrero, con la caja llena de papelitos en que estaba la suerte; el lorito, que con el pico extraía la boleta en que se encontraban los buenos augurios y todo por módica suma. El anciano se perdía dentro del círculo de seguidores; uno por aquí, otro, más allá; la pequeña ave, no daba abasto y el regalador de suerte, llevaba agradecido hasta su boca al animal para darle un beso, por ser él, la fuente de entrada para sostener la pesada carga familiar.

miércoles, 31 de octubre de 2012

LA TRILOGÍA EN LA BASURA.

Cuando el milagro no se da.

"Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar (Nelson Mandela)

Caminaba quizás pensando en los huevos del gallo; en murmullo tarareaba una vieja canción, de esas, con la que se enamoraba a bellas mujeres tan recatadas y hacendosa de antaño. Algo le hizo voltear la mirada a un rincón, lugar preferido por personas incultas, que lo volvieron depósito de todo aquello que ya prestó servicio. Revolotean moscas de tamaño dos litros o sea, familiar; estaba acostumbrado a observarlas -las pocas veces que salía- montadas en pantalones viejos, corpiños, excrementos de animales y personas, tangas menuditas como un suspiro de moribundo; había de todo como en botica y para gustos variados.


Radio antiguo.

Algo fuera de lo común le cambió la rutina. 'Antos' (entonces) se detuvo, clavo la mirada absorta sobre San José, la Virgen y el Niño Dios, que estaban haciendo parte del vulgar lugar. Pobrecitos, los tres estaban en malas condiciones, pareciera que estuvieran haciendo fila a la entrada en las urgencias de un hospital: raspones, peladuras, cercenadas alguna de las extremidades, casi incognoscibles y, raro, siendo quienes eran, no habían hecho algo para salir del trance. Mientras dejaba atrás la dramática escena, analizó el caso. Se compró la estatuilla con el fin de remediar una mala situación. Posible. ¿Se le trajo para el milagro de sanar a un miembro de la familia? Podía ser. ¿La instalaron con bombillo de por medio, esperando trajera de nuevo al hogar, a aquel, que consiguió sucursal? Lo más seguro. La devota cómo que era bastante cicatera, exigente y al no llegar el milagro en pocos días, los miró y les dijo: cómo 'ño' moñito, no hicieron más que hacerme perder el tiempo; los cogió y con toda la fuerza, los lanzó desde lo alto de la ventana.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Y...¿EN ESOS CUBITOS?

Viviendas actuales.

"Desdichado el hombre en quien nada perdura del niño (Arturo Graf)

"No es nada lo del ojo mijo y con él en la mano". Decían los viejos cuando las cosas se agravaban. Se puede usar ahora, al ver las construcciones para vivienda. La cama para matrimonio, aquella, en que cabían los padres y alguno de los hijos que no podía dormir por el miedo o, que se prestaba como 'cancha' para tirarse las almohadas. Esa, no entra. Se cambió por camarotes, con el peligro de una caída y un mucho de promiscuidad...El sol, pobrecito, que le gusta entrar a todo lugar, no lo puede hacer, hasta que no salga el último habitante; la luna, sí es más recatada, entra con su palidez por algún agujerito y con eso le basta. El beso y caricias de los papás son de forma furtiva en el hueco del baño, disimulando una afeitada (polvo e' gallo). Todo es tan pequeño y rápido, como la construcción del edificio.
Vivienda antigua.

Las 'colmenas' siguen para arriba. Los arquitectos e ingenieros felices haciendo habitáculos despiadados y destruyendo viejos caserones, en que retozaron los ancestros, colmados de azucenas, conservadoras, gladíolos, jazmín, bifloras, anturios y las hermosas orquídeas, sembradas en tejas o en tarros de galletas y hasta en bacinillas toteadas por el uso, en que ningún fundillo volverá a acomodarse. Las serenatas de balcón o ventana 'arrodillada', con música terrígena, desaparecieron por la incomodidad. Ya no existe, la orinada en la llanta delantera del carro y los poetas no encuentran inspiración. Los edificios, ocultaron el verdor de las montañas.

miércoles, 17 de octubre de 2012

¡QUÉ FUTBOLISTA!

Virgen del Perpetuo Socorro antañona.


"La honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho." (Marco Tulio Cicerón)

Cuando se estaba pequeño en el poblado, las diversiones siempre eran las mismas, al igual que en otras latitudes. Jugar pelota, hacer zumbar el trompo, reunirse a jugar canicas, ir a la quebrada a disfrutar de un buen baño, deslizarse por la manga en la coca de una hoja de palma; hacer carritos de madera y apostar carreras, disfrutar con aros en compañía de los amiguitos hasta quedar exhaustos; atravesar el río a nado, para coger naranjas en solares ajenos. Tantas cosas sutiles e ingenuas, que llenan el corazón del niño de alegría. Empezaba el desarrollo normal y los gustos iban cambiando; muchos de los amigos de esa primera etapa de la vida, se quedaban atrás; algunos cambiaban de residencia y se trasladaban a pueblos vecinos o a la capital; unos más, encontraban actividades que los alejaban y ya poco se volvían a ver. Los que quedan empezaban a mirar la actividad deportiva, como una buena meta. El fútbol era en definitiva la mayor atracción. Siempre en el ayer, llenaban la cancha a ver los partidos y querían ponerse el uniforme del Deportes Copacabana.

Carriel Antioqueño.


En el pueblo siempre hubo buenos jugadores y el equipo fue mirado con respeto en el departamento. Para aquel entonces, se utilizaba un portero, cinco defensas y cinco delanteros –MW-. Los números de las camisetas estaban siempre distribuidas en esa misma forma; el arquero llevaba el 1 y el puntero izquierdo el 11. Hugo Casas, era el puntero derecho o sea que era el número 7. No era un hombre alto, pero sí fuerte; tenía extraordinaria velocidad, le pegaba fuerte al valón y desde lejos hacía bellos goles que la gente aplaudía a rabiar. Juacundo, cómo lo llamaban, era serio, más no repelente. Cuando los jugadores empezaban a cambiar la vestimenta para una confrontación, nuestro hombre, del maletín, sacaba el uniforme arrugado todavía con muestras del partido anterior; en los guayos habían desaparecido los cordones y fueron remplazados por alambre. Dejó huella en todas las canchas que pisó, por la velocidad en los desplazamientos, en las gambetas y en los goles. ¡Lástima que exista el olvido!   

 


miércoles, 10 de octubre de 2012

EL PASADO COLGADO.

Cuadro de la Santísima Trinidad antiguo.

"Por muy larga que sea la tormenta, el sol vuelve a brillar entre las nubes" (Khalil Gibran).

Los que apenas nacen, también tendrán su pasado. Cuando se llena de años hermosos o sea, se llega a la vejez, es el tiempo inexorable de recuerdos. La mente no se puede estar quieta, costantemente emprende viajes de añoranza. No es el presente un enemigo, él, está inundado de cosas magníficas para ser aprovechadas; igualmente, cercena implacablemente los paisajes de buenas costumbres, al llenarlo de 'derechos', tirando por la borda todo aquello que suene a obligación. El ayer transcurría en calma, pues la vida no era agitada; no podía serlo, los habitantes éramos menos; la tierra, daba lo necesario para alimentar la población. Los hijos tenían padres; los esposos no entendían de psicología, eran expertos en dar buen ejemplo, seguramente la mejor forma de constituir un hogar; la huella no se perdía, hacía explosión más allá...Cuando la mujer quedaba en embarazo se acrecentaba el instinto maternal, era un paisaje divino; la criatura esperada con amor, se sentía cómoda en el vientre, entendía que no llegaría a un mundo de rechazo. Hoy, a lo que se llamaba sumisión, le dan el nombre de estupidez, falta de 'libertad' y otras expresiones ambiguas para nombrar el libertinaje y la degradación.
Mulera de arriero para descargar las mulas.

Los que aman el pasado, se convirtieron en coleccionistas del ayer. Prendas, herramientas, cuadros, fotos, libros, cartas y cuanto objeto, fue fiel por veredas, caminos, hogares y en el alma. El mayor deseo, es dejar en quienes son el presente y futuro de la estirpe, muestras de lo que ocupó lugar en el corazón de los que partieron o, a los que están próximo a hacerlo. Las paredes de las piezas se convierten en museos colgados sin ninguna técnica u orden específico. En cada objeto puesto, se siente el transcurrir de una época y de una vida. Quedan aferrados a los clavos que los adhieren: amores, olor sublime de padres, juegos sencillos e imaginativos, fotos que plasmaron los inicios del hoy, la humildad y decoro de las gentes, vajillas toteadas por el uso en el comedor donde una familia se reunía, para masticar calma, serenidad y paz. Esa habitación que podría llamarse " LA PIEZA DE LOS ABUELOS ", se convierte en el rincón de la melancolía recostada a la silla mecedora en que la abuela, daba la última puntada de croché en la colcha de retazos, sin esperar que el gato le enredara el hilo o las futuras generaciones la olvidaran.

miércoles, 3 de octubre de 2012

LA RADIO, AMIGA DE LA FAMILIA.

Deportes Copacabana 1957.

"La música es para es para el alma lo que la gimnasia es para el cuerpo" (Platón).

Las hondas hercianas-tan queridas ellas- siempre han esperado llegar hasta el último rincón de la tierra, son tan buenas, que penetran hasta el hogar más humilde y Copacabana no podía ser la hija de la peor mama. En los hogares dedicados a la hechura de ropa de cargazón sonaba el día entero, música campesina, boleros y algunos tangos, que desde los estudios de las pocas emisoras, ponían a rodar en los torna-mesas; en otras residencias, el locutor leía noticias para mantener informados a los radio escuchas, claro que aquellas, no estaban inundadas de violencia, algo distinto a lo de hoy. Unas emisoras, se especializaron en dramatizados que la familia entera, reunida alrededor del aparato transmisor, se deleitaban, ya con llanto o carcajada suelta según la trama. Los locutores para ejercer el oficio, bebían pasar pruebas ante el Ministerio de Comunicación para otorgarles la licencia; eso hacía, que fuera grato escucharlos. Buena dicción, voces pausadas, entonación, excelente lectura; jamás voces estrafalarias o denigrantes. Eso era, radiodifusión.
Letra de Nina en un cumpleaños de mi padre año 1949.

En el recuerdo quedó un extenso programa dominical, que hacía feliz a las gentes de las veredas; La Hora de la Escoba. Guillermo Hincapié, el animador, le daba gusto a la audiencia campesina con el género musical de los trabajadores de la tierra. Mientras las mujeres le daban forma a un suculento plato en la cocina, los varones se sentaban en la tarima del corredor con taza de café en la mano, a escuchar bambucos y pasillos salidos del radio RCA. Víctor. La aguja del dial, no se movía de la Voz de las Américas, emisora que sabía de sus predilecciones. La gente citadina en cambio, esperaba que fueran las doce del medio día, para escuchar las noticias ya fuera en la Voz de Medellín con Luis García o la Voz de Antioquia con Pablo Emilio Becerra. En la tarde, la familia se reunía con devoción a escuchar por Radio Nutibara, el rezo del Santo Rosario en la voz del padre Tomás Villarraga, de camándula en mano; la abuela, entre dormida con el ovillo de hilo sobre las piernas, el padre, con la pretina para infundir respeto; los niños semi dormidos, por el cansancio de los juegos del día; el gato trepado en el regazo de la madre, mientras el perro ladra, por la llegada de un visitante inoportuno. Estampa familiar, que desapareció del 'hogar'.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

CUADERNO PARA LA ESCRITURA.

Anciana haciendo croché.

"Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta" (San Agustín).

Por más que queramos olvidar el paso hermoso por la escuela, es imposible. Es quizás, igual, que borrar una mancha de familia. Siempre estará presente en la memoria, aún sí los años nos derrumban. El primer años de aulas, se nos viene con miedo, por aquella ansiedad y temor de lo desconocido; por la tristeza de abandonar los brazos cálidos de la madre, el calor soñoliento embrujado de unas cobijas y el desayuno dado por la progenitora, de a cucharada enfriada con el soplo del amor. La maestra de turno, se esmeraba para que la transición fuera lo menos traumática y el niño cambiara el miedo por la felicidad en el nuevo hogar. Porque así era. Una casa, segundos padres y el placer de romper la oscuridad de la ignorancia. Todo se vuelve diferente al segundo año. Ya correteamos cómo liebres por los corredores, nos sentimos importantes al ir juntando las letras para ir balbuceando frases e internamente nos sentimos sabios, secreto que sólo saben los padres. Al pasar al siguiente, la lista de cuadernos y algunos libros, es diferente en tareas y el peso físico de la maleta, que nos hace hacer descansos en las orillas de la carretera, para no llegar fatigados al aula, porque allí en el morral, también se han echado mangos, mandarinas, trompo, las canicas, pedazo de panela para mascar en el recreo y el suéter por sí a la salida está lloviendo. En aquellos cuadernos para estrenar al principio del año, venía uno diferente a los demás. El cuaderno para la escritura.
Primera misa en una capilla.

Al toque de la campana, se formaba por grupos y en fila ordenada se entraba al aula o salón de clases. El maestro, encaramado en pequeña plataforma, echaba una mirada a los alumnos, se acomodaba las gafas y con voz de mando: saquen el cuaderno de escritura. Éste era diferente porqué tenía dos líneas iguales y otra pequeña en la parte de abajo, con el fin de aprender a escribir con perfil y grueso que era la usanza en tiempos remotos. En el tablero el maestro había diseñado algo igual y con la tiza iba escribiendo una muestra, para que lo hiciéramos de la misma forma; nosotros en el encavador con su pluma, íbamos untando en el frasco de tinta y con delicadeza, escribíamos con perfil y grueso hasta llenar la plana. Algo de ese aprendizaje, hizo que la mayoría, escribiera después con hermosa letra. Hoy en desuso.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

LOS PRIMEROS TELEVISORES.

Maquina manual despulpadora de café.

"Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar." (Ernest Hemingway).

En el pueblo eran muy escasas la diversiones de los habitantes. Las idas al teatro Gloria, lugar donde pasaban en su gran mayoría, cintas mexicanas de la vida cotidiana de aquel país; lucha libre con el enmascarado de plata; muchas de humor: Cantinflas, Tin Tan, Clavillazo y resortes, también algunas de vaqueros americanos. Otro punto en que la gente pasaba largo rato estaban en ir a la cancha Camilo Torres en compañía de sus hijos, para disfrutar de buenos encuentros del equipo local con escuadras venidas de pueblos cercanos o de Medellín, capital del departamento de Antioquia. Era insignificante lugares de entretenimiento, eso hacía, que los hombres buscaran en las cantinas, una salida a las tensiones dejadas por una semana de trabajo fatigante; aquello ponía los pelos de punta a esposas y novias; la chiquillería en cambio gozaba de lo lindo con un hermano o padre ebrio, pues, aprovechaban la amplitud que en algunos casos da el licor, para recoger un pocos centavos, que iban a parar a la panadería La Mejor, llena de tentaciones dulces como: galleta 'negra', 'encarcelado', tortas de chocolate, mojicones, todos impregnados de azúcar o compraban confites y velitas 'tirudas' (que estiran) en las tiendas.
Antiguas pesas.

Pero las cosas dieron un vuelco de 180 grados. Por la década de 1954, en el mes de junio, Rojas Pinilla, para aquel entonces presidente de Colombia, entró en el país la televisión. No eran muchas las familias que tenían el poder económico para darse el lujo. Por el tejado de unas cuantas casas, sobresalían las antenas de tipo universal, dirigidas hacia algún cerro cercano, pero ni aún así, la imagen tenía nitidez; la escalera vivía siempre con alguien trepado moviéndola; desde abajo, alguien gritaba: "déjala ahí". La aglomeración no era solo de niños, estaban familias enteras, detrás de la pantalla chica; la casa se llenaba y se escuchaban gritos de felicidad cuando desaparecía la 'llovizna' y se observaba un animador o veían el primer gol de un partido de fútbol. La romería era diaria y el dolor de cabeza del propietario del inmueble, no desaparecía hasta que la señal daba por terminada la transmisión.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

EL CATECISMO.

pasaporte antioqueño.

"Facilitar una buena acción es lo mismo que hacerla" (Mahoma).

En los tiempos en que los padres en verdad tenían la Patria Potestad sobre sus hijos, en los pueblos, todo giraba alrededor del alcalde, el cura, los maestros y en muchas ocasiones en los telegrafistas; por eso, la mayoría del recuerdo, está basado dentro de ese círculo, que apesar de angosto, está lleno de vivencias.

Era aprovechado el domingo, día en que la población estaba hasta el tope de parroquianos. Los del campo traían de sus parcelas lo que la tierra amorosa les brindaba, para venderlo en el mercado y los de la parte urbana, lo aprovechaban para recorrer el parque, hacer el bastimento casero, buscar novia, entrar al kiosco en familia, los demás a las cantinas. Los niños tenían una cita improrrogable a las 2 de la tarde. En las casas, las madres, se dedicaban a organizar la ropa que el niño o la niña debían llevar. Planchada de camisa y pantalón; los pliegues de la bata, embetunada de zapatos, cepillada de dientes, peinada de los crespos, alisada de cabello. Presentación impecable y para terminar, la advertencia de un buen comportamiento.


Raspador antiguo de arepas.

La iglesia se llenaba de murmullos juveniles, los más ligeros, se apoderaban de las primeras bancas; las naves se convertían en hermosa policromía que inundaban los ojos de esplendor. Salía el sacerdote de la sacristía y todo era silencio. Había iniciado el catecismo. Preguntas y respuestas, del cura y los párvulos que muchas ocasiones metían la pata al contestar, risa y caritas enrojecidas y así hasta el final, cuando el presbítero daba a los concurrentes en prueba de asistencia, una pequeña cartulina blanca, con una cruz en alto relieve. Lo mejor, era que todos salían inflados de devoción ¡Qué tiempos aquellos!


miércoles, 5 de septiembre de 2012

EL RELOJ DE LA IGLESIA SE PARÓ.

Iglesia y casa cural de Copacabana.

"Todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar" (Eugene Ware).

El reloj de la iglesia está por las cuatro caras y siempre bien mantenido, para que su funcionamiento fuera el mejor. Cuando daba las horas y las medias, desplegaba sus campanas con su tañido sonoro, el llamamiento a la feligresía a la reunión espiritual, pero también, se esperaba con él, saber que había llegado un nuevo día de labores. Desde bien lejos se percibían, tanto, que se adentraban a las casas campesinas, cuando aún no había salido el humo de las chimeneas, el perro reposaba en el corredor de chambrana y las vacas esperaban el ordeño. En las camas tibias, sus habitantes, entonaban el ángelus en compañía de sus hijos, que preparaban las maletas para ir a estudiar. El reloj de la altiva torre, era el meridiano con el cual se movía la población. "Mija querida, ya dieron las doce y yo no he hecho nada, me van a encontrar con las ollas vacías", era el comentario de las angustiadas y responsables madres de la época.
Novena muy usada en los hogares.

Al cura, también lo había cogido el día. Ay que llamar a "chucho". Mandaba al sacristán a buscarlo. Los dos llegaban y don Jesús Arango (chucho), empezaba de inmediato su peligrosa labor de echar a andar la intrincada armazón que estaba en lo más elevado de la torre. La chiquillería y hombres de edad, se extasiaban viendo a aquel hombre trepar por las escaleras, que por su extensión, a cada paso de nuestro reparador, se bambaleaban de forma increíble, haciendo que los curiosos dejaran escapar exclamaciones de angustia. Él continuaba cómo sí todo fuera sencillo y sin asombro de miedo; claro, desde hacía muchos años sólo él era capaz de desempeñar el oficio y volver a darle la alegría a los parroquianos de escuchar las campanadas con su bella tonalidad y que el puntero y el minutero señalaran el rumbo de un pueblo lleno de virtudes en su mujeres y la laboriosidad y honestidad de sus hombres.